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Ficha técnica

Título: Soy un gato | Autor: Natsume Sōseki | Traducción: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés | Editorial: ImpedimentaGénero: Novela | ISBN: 978-84-937601-5-1 | Páginas: 656 | Formato:  13 x 21 cm.   |  PVP: 28,00 € | 3ª edición: Mayo de 2010

Soy un gato

Natsume Soseki

IMPEDIMENTA

«Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre.» Así comienza la primera y más hilarante novela de Natsume Sōseki, una auténtica obra maestra de la literatura japonesa, que narra las aventuras de un desdeñoso felino que cohabita, de modo accidental, con un grupo de grotescos personajes, miembros todos ellos de la bienpensante clase media tokiota: el dispéptico profesor Kushami y su familia, teóricos dueños de la casa donde vive el gato; el mejor amigo del profesor, el charlatán e irritante Meitei; o el joven estudioso Kangetsu, que día sí, día no, intenta arreglárselas para conquistar a la hija de los vecinos. Escrita justo antes de su aclamada novela BotchanSoy un gato es una sátira descarnada de la burguesía Meiji. Dotada de un ingenio a prueba de bombas y de un humor sardónico, recorre las peripecias de un voluble filósofo gatuno que no se cansa de hacer los comentarios más incisivos sobre la disparatada tropa de seres humanos con la que le ha tocado convivir.

«Los personajes de Sōseki nos ofrecen una nueva definición de lo que es el Humanismo.» Kenzaburo Oé

 

CAPÍTULO 1

Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre. No sé dónde nací. Lo primero que recuerdo es que estaba en un lugar umbrío y húmedo, donde me pasaba el día maullando sin parar. Fue en ese oscuro lugar donde por primera vez tuve ocasión de poner mis ojos sobre un espécimen de la raza humana. Según pude saber más tarde, se trataba de un ejemplar de lo más perverso, un shoshei, uno de esos estudiantes que suelen realizar pequeñas tareas en las casas a cambio de comida y de alojamiento. En algún sitio he escuchado incluso que, en ocasiones, esos crueles individuos nos dan caza y nos guisan, y luego se nos zampan. Aunque he de decir que, debido quizás a mi ignorancia y a mi poca edad, no sentí nada de miedo cuando lo vi. Simplemente noté que el shoshei en cuestión me levantaba por los aires en la palma de su mano, y que yo me sentía flotar. Una vez me acostumbré a esta novedosa perspectiva, tuve ocasión de estudiar tranquilamente su rostro. El sentimiento de extrañeza todavía permanece en mí hoy en día. En primer lugar hablaré de su cara: por lo que yo sabía, las caras de todo bicho viviente suelen estar cubiertas de pelo. Sin embargo, la suya estaba lisa y pulida como la superficie de una tetera. He conocido a lo largo de mi vida a muchos gatos, de orígenes diferentes, pero ninguno tenía una deformidad como la de ese tipo. Pero no sólo era eso. Había más. El centro de su rostro estaba ocupado por una enorme protuberancia, con dos agujeros en medio por los que, de vez en cuando, emanaban pequeños penachos de humo; algo que consideré ciertamente sofocante y fastidioso. Durante un rato me sentí enfermar por causa de esas asfixiantes exhalaciones. Ha sido sólo recientemente cuando he aprendido que aquel humo era producido por el tabaco, una cosa que, por lo visto, a los humanos les pirra.

   Durante un rato estuve bastante cómodo, allí en su mano. Hasta que, de pronto, las cosas empezaron a desarrollarse a una velocidad de vértigo. No sabría decir si era el shoshei quien se movía o si era yo, pero, en cualquier caso, noté que empezaba a marearme sin remedio y que el estómago se me revolvía. Estaba ya convencido de que mis días habían llegado a su fin y que el mareo me mataría sin remisión, cuando, de repente, ¡plaf!, sentí un fuerte golpe y mi visión se nubló con miles de estrellas. Mi discernimiento, claro hasta ese momento, se nubló. A partir de ahí, por muchos esfuerzos que haga, no me acuerdo de nada.

   Al volver en mí, el shoshei había desaparecido; tampoco había ni rastro de ninguno de mis numerosos hermanos. Ni de mi madre, que hasta entonces había sido la persona más importante de mi vida. Cuando me desperté del todo, descubrí que estaba en un sitio aterrador. Comparado con mi antigua madriguera, aquel lugar estaba excesivamente iluminado. De hecho era tan cegador que los ojos me dolían, hasta el punto de que apenas podía mantenerlos abiertos. ¿Qué me estaba sucediendo? Comencé a arrastrarme como pude, intentando salir de allí, pero la experiencia fue de lo más dolorosa. Al parecer, me habían sacado súbitamente de la cómoda y caliente cama de paja que compartía con mis hermanos para arrojarme de modo inmisericorde a un pinchoso matojo de bambúes.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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Natsume Soseki

Seudónimo literario de Natsume Kinnosuke, nació en 1867 cerca de Edo (la actual Tokio). Descendiente de una familia de samuráis venida a menos, fue el menor de seis hermanos. Cuando tenía dos años, sus padres lo entregaron en adopción a uno de sus sirvientes y a su mujer, con quienes viviría hasta los nueve años. En 1884, instado por su familia, se matricula en la Universidad Imperial de Tokio para cursar Arquitectura, aunque acaba estudiando Lengua Inglesa. En 1886 traba amistad con el poeta Masaoka Shiki, que le inicia en el arte de la composición de haikus. Será entonces cuando adopte el nom de plume de Sōseki (que en chino significa «terco»). Tras graduarse en 1893, Sōseki empieza a trabajar como profesor en la Escuela Normal de Tokio, pero pronto, en 1895, es destinado a la lejana Escuela Secundaria de Matsuyama, en la isla de Shikoku. Parte de sus experiencias en esta remota escuela rural serán recogidas en su novela Botchan, que publicará en 1906. Apenas un año después de haber llegado a Matsuyama, dimite de su puesto y comienza a enseñar en un instituto de la ciudad de Kumamoto, en donde conocerá a su mujer. En 1900 se le concede a Sōseki una exigua beca del gobierno japonés y se le envía a Inglaterra. En este país pasará los años más tristes de su vida, leyendo libros sin parar, deambulando por las calles y pasando miserias sin cuento. Parte de sus sombrías reflexiones sobre la vida inglesa serán publicadas años después en el diario japonés Asahi. Regresa a Japón en 1902, con un contrato de cuatro años para enseñar en la Universidad Imperial de Tokio, donde sucederá al escritor grecoirlandés Lafcadio Hearn como profesor de Literatura Inglesa. La carrera literaria de Sōseki se abre propiamente en 1903, cuando comienza a publicar haikus y pequeñas piezas literarias en revistas como Hototogisu. Pero la fama le llegará con la publicación en 1905 de Soy un gato. Ese mismo año publica Rondon to (La torre de Londres), y en 1906 aparecerá Botchan (publicada por Impedimenta y galardonada con el Premi Llibreter 2008), que le catapulta al éxito y que se convierte automáticamente en un best-seller y en una de las novelas más leídas por los japoneses durante décadas. Sōseki escribió catorce novelas a lo largo de su vida, culminando en Kokoro, su obra maestra. Sanshiro (1908, publicada por Impedimenta en 2009) está considerada la novela puente entre sus dos obras capitales. Natsume Sōseki murió en Tokio en 1916 a los 49 años de edad a causa de una úlcera de estómago. En 1984, y en homenaje a su fama y trascendencia, el gobierno japonés decidió poner su efigie en los billetes de mil yenes. 

Obras asociadas
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