
Ficha técnica
Autor: Hans Magnus Enzensberger | Título: En el laberinto de la inteligencia. Guía para idiotas | Editorial: Anagrama | ISBN: 978-84-339-6295-9 | Traducción: Francesc Rovira | Colección: Argumento | Año publicación: 1ª. septiembre-09 | Precio: 10 euros | Páginas: 80 |Ilustración: foto copy Isolde Ohlbaum
En el laberinto de la inteligencia. Guía para idiotas
Hans Magnus Enzensberger
En este pequeño ensayo Hans Magnus Enzensberger, uno de los creadores más agudos y significativos de nuestro tiempo, se adentra en el laberinto de la inteligencia y de nuestros intentos por medirla, demostrando precisamente la idiotez de los tests de inteligencia. El pensador alemán acude a las raíces del concepto inteligencia y rastrea su evolución histórica en las lenguas europeas. Enumera los términos que utilizamos para calificar la inteligencia o la falta de ella, y descubre que son mucho más numerosos los que se refieren a la estupidez. A veces desternillante, a menudo instructivo, siempre perspicaz, Enzensberger termina ironizando sobre las pretensiones de los apóstoles de la inteligencia artificial y pone un lírico punto final con su Himno a la estupidez. «Como siempre, tras la estela de sus antepasados clásicos y románticos, ha sabido mantener el equilibrio entre el pensamiento estético y el pensamiento científico» (Willy Hochkeppel, Süddeutsche Zeitung); «Tremendamente entretenido e instructivo» (Ch. Geyer, Frankfurter Allgemeine).
Probablemente, toda sociedad humana desarrolla su propio catálogo de virtudes, en el que enumera aquellas cualidades cuya consecución considera digna de esfuerzo, aun cuando no todos sus miembros puedan efectivamente alcanzarlas. La cotización de estas virtudes fluctúa. Por desgracia para los que se lamentan de ello, la modernidad no ha mantenido muchos de los valores prominentes en la Antigüedad y la Edad Media, como la fidelidad, el coraje, la sabiduría, la humildad y la caballerosidad. Considera más adecuadas como virtudes cardinales la flexibilidad, la capacidad de trabajo en equipo y la capacidad de imponerse. En cualquier caso, todo aquel que quiera ser considerado moderno debe ser, necesariamente, inteligente.
Algunas personas que valoran esta cualidad se sorprenden cuando llega a sus oídos la afirmación de que nadie sabe con exactitud qué es exactamente eso: la inteligencia. Muchos han sucumbido al intento de aprisionar con una definición precisa este concepto difícilmente prescindible. Sin embargo, como es sabido, se trata de un medio infalible a la hora de sabotear cualquier conversación. En un abrir y cerrar de ojos, la discusión sobre el contenido se convierte en una discusión sobre las palabras. «¡No te enrolles!», se replica al aguafiestas, «¡Ya sabemos de qué estamos hablando!», o bien: «Las definiciones son estériles.» Este fenómeno recuerda la conocida respuesta de San Agustín a la pregunta de qué es el tiempo: «Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé.»