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V de victoria

Por 27 de marzo de 2006 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Supongo que habrá quienes consideren necesario reivindicar la estatura de la historieta como arte, pero no es mi caso. En mi biblioteca las colecciones del Corto Maltés y Nippur de Lagash están ubicadas entre Yeats y los dos volúmenes de The Meaning of Shakespeare, de Harold Goddard; El Eternauta, del desaparecido autor argentino (desaparecido por los oficios de la dictadura militar, quiero decir) Héctor G. Oesterheld, está entre mi volumen de relatos y novelas completos de Sherlock Holmes y The Blind Assassin, de Margaret Atwood. El primer tomo de Los Archivos de Batman, la colección de las primeras historietas de Bob Kane, está pegado a La Odisea y a pocos centímetros de otras historias inolvidables del Hombre Murciélago: The Dark Knight Returns y Batman: Year One, ambas escritas por Frank Miller.

Pero el autor de historietas que tengo más cerca, hablando incluso en términos de espacio, es Alan Moore. Si estiro el brazo izquierdo hacia delante, pasando por el costado de la pantalla del ordenador, encuentro From Hell, que está ubicado entre The Complete Works of Lewis Carroll y The Gnostic Scriptures, una colección de textos gnósticos compilada por Bentley Layton. Si estiro el mismo brazo hacia la izquierda encuentro Watchmen, una de los mejores relatos sobre (super)héroes jamás escrito. Y si no tengo a mano The League of Extraordinary Gentlemen es porque fui comprando la serie en revistas a medida que salía y nunca conseguí la edición en libro. Esta Liga es el sueño húmedo de cualquier escritor: sólo a Moore podía ocurrírsele mezclar en un mismo relato de aventuras a personajes de ficción que en la teoría fueron coetáneos como Allan Quatermain (el explorador de Las minas del rey Salomón), el capitán Nemo (y el Nautilus, por supuesto), el Dr. Jeckyll (y su inevitable alter ego Mr. Hyde), el Hombre Invisible de H. G. Wells y la Mina Harker de Drácula.

El único motivo por el que no tengo que estirar ningún brazo para consultar V for Vendetta es porque tengo el libro aquí, abierto a un costado del teclado. Me había prometido no releer la historia antes de ver la película guionada por los Wachowski, pero el deseo fue demasiado fuerte. V for Vendetta es uno de mis libros favoritos del mismo modo en que Alan Moore es uno de mis escritores favoritos, y punto. Supongo que su descripción de una sociedad neofascista mezclada con una fantasía de venganza digna de El conde de Montecristo no podían sino arrebatar mi corazoncito criado en dictadura y hambriento de justicia. Lo único cierto es que V for Vendetta es un ejemplo inmejorable de los primeros dos mandamientos que yo mismo trato de respetar como escritor, a saber:

1. No aburrirás; y
2. No subestimarás la inteligencia de tu lector / público.

Y que conste que entiendo que parte del significado del Segundo Mandamiento alude al derecho del narrador a hacer pensar a su público, informarlo sobre aquello de lo que sabe poco o nada y también ayudarlo a considerar puntos de vista novedosos, o simplemente anticonvencionales.

Todo esto en realidad es un rodeo para que no se note tanto que estoy muerto de ganas de ver la película V for Vendetta. Es cierto que Alan Moore ha tenido pésima suerte con las adaptaciones al cine de sus historias (The League of Extraordinary Gentlemen era bochornosa, y From Hell no llegaba a los talones del original), pero en este caso parece haber razones para la esperanza. Se trata de una adaptación escrita por los hermanos Wachowski, que dejaron claro en Matrix que eran devotos de los dos primeros Mandamientos y que manejaban el género a las mil maravillas. Pero también es verdad que nadie desecró tanto los mismos Mandamientos como los mismos Wachowskis en las dos continuaciones de Matrix, así que se trata del típico caso del vaso medio vacío o medio lleno.

Al menos hoy yo lo veo medio lleno. Y eso es algo que agradezco a Moore por su parte, y a los Wachowski por otra. ¿Cuándo fue la última vez que sintieron un entusiasmo infantil por una película a punto de estrenarse, al punto de comprar la entrada con siglos de anticipación y presentarse en la primera función del día del estreno?

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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