Marcelo Figueras
Sería injusto describir la película El método tan sólo como una mirada a las estrategias, casi siempre crueles, que desarrollan las empresas multinacionales para escoger su personal. La selección del personal es apenas su excusa, lo que Hitchcock denominaría un McGuffin: el anzuelo narrativo que nos impulsa a iniciar el viaje. Una vez sentados a la mesa los siete candidatos que aspiran al puesto gerencial, lo que ocurre es una lucha de ribetes darwinianos durante la que todos, o casi todos, demuestran qué límites hasta entonces impensados cruzarán con tal de imponerse.
Sexto largometraje de Marcelo Piñeyro, El método fue exhibida por primera vez en la Argentina el sábado pasado, en el marco del Festival de Cine de Mar del Plata en el que compite de manera oficial. Durante la función a sala llena, el público siguió con silencio reverente el proceso de eliminación digno de Eran diez indiecitos; y a pesar de lo claustrofóbico del relato (que transcurre por completo dentro de la empresa seleccionadora), disfrutó del lujo que entraña el juego entre unos actores admirables. Es una pena que el Festival de Mar del Plata no tenga una categoría que premie al mejor elenco, porque sin duda El método (protagonizada entre otros por Ernesto Alterio, Eduard Fernández, Najwa Nimri y Carmelo Gómez, que ya se llevó el Goya al actor de reparto) se lo ganaría en un instante.
El hecho de haber trabajado con Piñeyro (escribí los guiones de Plata Quemada y de Kamchatka) no me impide valorar públicamente lo que Marcelo ha aportado al cine argentino de los últimos años. Esa solidez narrativa que el público internacional asocia naturalmente al cine que hoy se hace aquí, era infrecuente antes de que Piñeyro abriese el fuego con Tango feroz. En este sentido, El método es una cima del método Piñeyro, porque demuestra cuánto y cuán bien puede narrarse, ¡cuánto cine puede hacerse!, con tan pocos elementos. Ocho actores, una mesa, sillas y un buen guión le bastan para revisar algunos aspectos insoslayables de la condición humana (la ambición, el miedo a la vejez, el rol de la mujer, el poder, el valor de los sueños, la violencia innata de la especie, los prejuicios de clase y de nacionalidad, el sexo, y así ad infinitum) en un relato que nunca deja de generar suspenso. En esencia, El método (que ya ha sido estrenada en España, y vista por más de 600.000 espectadores) es una historia de hombres y mujeres que, como en todas las películas de Piñeyro, atraviesan una situación límite con la intención de descubrir quiénes son en verdad –aunque la respuesta, como en este caso, no sea precisamente la que les habría gustado oír.