Marcelo Figueras
El otro día vi Nine Lives, la película de Rodrigo García. En esencia se parece a su filme anterior, que aquí en la Argentina se conoció como Con sólo mirarte y que en inglés se llama Things You Can Tell Just By Looking at Her: historias de mujeres, destinos paralelos cuyas líneas a veces se rozan sin cortarse nunca. En el caso de Nine Lives, cada historia es un plano secuencia, es decir una secuencia definida por un plano único, una cámara que flota alrededor de sus personajes tratando de contar quiénes son, y qué les ocurre, observando tan sólo un momento clave de sus existencias. El asunto podría quedar en un simple ejercicio de estilo –Nine Lives corre el riesgo de parecer una sumatoria de cortometrajes-, de no ser por dos elementos salvadores. El primero son sus maravillosas actrices: Robin Wright Penn, Glenn Close, Dakota Fanning, Holly Hunter, Amy Brenneman, Elpidia Carrillo, Lisa Gay Hamilton. Verlas florecer en cámara, delante de ese ojo inclemente que no otorga la posibilidad de un corte de montaje (en este sentido cada historia funciona como una puesta teatral, se hunde o flota de acuerdo a lo que sucede cuando se grita acción), es un verdadero placer.
Pero lo que más me gusta es la mirada de García, el hilo que engarza las historias aun cuando no existan excusas argumentales para unirlas. Lo que me gratifica de Con sólo mirarte y de Nine Lives es que García filma como si cada una de esas vidas, por pueriles que parezcan a simple vista, fuese algo precioso y único. Esta mirada me conmueve, digo, porque me recuerda una cuestión que tendemos a olvidar en el ajetreo cotidiano, y mucho más cuando vemos (¡o filmamos!) cine: que cada existencia es delicada e irrepetible, y por ende digna de consideración, de ternura y de cuidado. No somos los únicos que merecemos ser tratados con guantes de seda: se lo merecen todos los seres humanos, más allá de sus circunstancias y de sus méritos, por el simple hecho de serlo.
Si nos tratásemos con la misma delicadeza que García dedica a sus personajes, este mundo sería un lugar más cercano al Paraíso.