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Un formal pedido de disculpas

Por 28 de diciembre de 2005 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Me pasé todo el día pensando en Kate Moss. Juro que lo hice por motivos profesionales, debía escribir un artículo sobre ella para una revista argentina, pero no pretenderé que la pasé mal. Lo que sí ocurrió fue que al ponerme a pensar sobre las modelos en particular y las mujeres en general, y al interrogarme sobre los motivos que llevan a millones de chicas a soñar con las pasarelas y las sesiones fotográficas (ser modelo es el anhelo du jour para buena parte del género femenino), se me vino el alma al piso.
Nunca antes había percibido con tanta claridad la sumatoria de indignidades a que se someten las mujeres para parecerse a un ideal de belleza al que nunca se consagraron por propia voluntad; en todo caso se han resignado a él y tratado de estar a la altura con mucho (y casi siempre innecesario) esfuerzo.
Así que se me ocurrió usar este espacio para pedirles disculpas.
Formalmente y por escrito me disculpo ante todas las mujeres por haber alentado, aunque más no sea con mi silencio cómplice, prácticas dolorosísimas como las de depilaciones y dietas inhumanas que jamás habría tenido el coraje de intentar por mí mismo.
Formalmente y por escrito me disculpo ante todas las mujeres por haber alentado, aunque más no sea con la mirada embobada que dirigí a televisores y revistas, el boom de las cirugías estéticas que corrigen formas y borran rasgos personalísimos, haciendo que tantas mujeres se parezcan artificialmente entre sí.
Estamos convencidos de ser la summa de la civilización y la cima de la historia humana, y aún así toleramos que nuestras mujeres se presten a automutilaciones que no están nada lejos del dolor a que se sometían las orientales para evitar el crecimiento de sus pies, o las africanas que se colgaban rocas de labios y orejas: un experimento estético, sin duda, pero prescindible.
Lo más detestable del fenómeno de las modelos es que estimulan una sexualidad que es tan sólo virtual: son imágenes inalcanzables, no sólo porque proceden de medios electrónicos, sino porque en buena medida ya han sido alteradas digitalmente, y por ende proclaman un imposible. Hace algún tiempo entrevisté a Naomi Campbell y a Claudia Schiffer y juro que no me movieron un pelo: eran chicas bonitas, pero infinitamente menos atractivas que en las fotos y en la pantalla. Tan estructuradas que no parecían vivas. De respuestas sacadas de un libro de repertorio. Si hubiese entrevistado a Kate Moss, al menos habríamos terminado bebiendo por ahí.
Adorar a las modelos significa consagrar un modelo de perfección femenina que es tan sólo visual, y por ende prescinde de las maravillas del verdadero contacto: la proximidad física, el calor humano y la riqueza que deriva de todos los otros sentidos que no son el de la vista. (Hasta el del oído, porque aunque protestemos con asiduidad para no dejar de contribuir con el lugar común, nos encanta oír la voz de la mujer a quien amamos.)
Mis sentidas disculpas. Su más sincero admirador,

F.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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