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Plan de evasión

Por 23 de febrero de 2006 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Hace un par de días, respondiendo al texto donde comparaba la vida de la gente común y corriente con la de aquellos que nos la pasamos escribiendo ficciones (y por ende vivimos la vida imaginando vidas ajenas), alguien que responde al alias de lanavajaenelojo hizo notar con tino que “la inmensa mayoría vive también las vidas ajenas más que la suya propia: ve televisión, ve cine, juega a videojuegos, lee libros, lee revistas del corazón, escucha los cotilleos sobre otras personas, chatea en internet, lee cosas en la red…” El tema de la desnaturalización de la vida contemporánea es uno que me obsesiona. Vivimos en una sociedad que nos soborna para que renunciemos a la posibilidad de una existencia intensa. Está claro que aquellos que se benefician con el statu quo no nos quieren en la calle, poniendo el cuerpo en reclamo por nuestros derechos o por algún otro derecho conculcado; prefieren, en todo caso, que nos sumemos a cadenas de pedidos humanitarios por la red: no hay nada más fácil que apretar la tecla que dice delete.
Esta es una cuestión tan delicada como urgente. El morbo que despierta en la mayor parte de nosotros la contemplación del dolor ajeno por TV es resultado, en buena medida, de la necesidad de sentir algo parecido al dolor sin sufrir ninguna de sus consecuencias. Con tal de preservarnos de cualquier tipo de desgarro, preferimos renunciar a la intensidad de los sentimientos verdaderos.
Estaba dándole vueltas al asunto cuando me topé con un texto de Samuel Johnson que me hizo dudar respecto de la modernidad del problema. Comentando el monólogo del Duque en la comedia shakespiriana Measure for Measure, Johnson se detiene en los versos que dicen: “No tienes ni juventud ni vejez; / pero, como si estuvieses en una siesta después de comer, / sueñas con ambas”. Lo primero que me sorprendió fue la lectura que Johnson hacía de estos versos. El crítico comenta la tan humana característica que nos hace desperdiciar la juventud trazando planes, y languidecer cuando viejos recordando nuestros primeros años. “Nuestra vida,” dice Johnson, “que nunca hemos ocupado plenamente en el momento presente”. Creo que el viejo Samuel tiene razón, querida navaja. Por más que entendamos que estos tiempos nos facilitan la evasión, debemos aceptar que la incapacidad para habitar el hoy, para vivir con intensidad el momento presente, es un rasgo inseparable de lo humano desde el principio de los tiempos. Somos criaturas dadas a la ensoñación. Parafraseando a Erich Heller, podríamos decir: “¿Cuál es el pecado del hombre? Su capacidad de soñar. ¿Y cuál es la salvación del hombre? Su capacidad de soñar”.
Lo segundo que me sorprendió, cuando Johnson me forzó a revisar la obra de Shakespeare, fue descubrir que a pesar de los cuatro siglos que los separan, el Duque y navaja se estaban formulando la misma pregunta. “What’s yet in this / That bears the name of life?” pregunta el Duque en el monólogo al que Johnson alude. Y navaja, reconociéndose hijo de esta sociedad de la información que nos inmoviliza todo el tiempo delante de una pantalla, se lo cuestiona también: “¿Qué es la vida?”.
Nadie imaginará que yo tengo la respuesta. Pero mientras hago planes para los tiempos que vendrán, me tranquiliza saber que seguimos formulándonos la pregunta.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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