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Blogs de autor

La rebelión de los fumadores

Por 30 de noviembre de 2006 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Desde que rige la prohibición de fumar en los sitios públicos de Buenos Aires, Marcelo Piñeyro se convirtió en una suerte de party planner, o bien dinner planner, tan efectivo como un profesional: apenas se aproxima la ocasión o la hora, salta al ruedo lleno de sugerencias sobre el lugar tal o cual, cuyo menú puede describir al detalle. Sin ir más lejos hace un par de semanas, después de la presentación de mi novela, fuimos casi veinte los que terminamos en un restaurant llamado Bond (juro que por entonces Piñeyro nada sabía de mi fanatismo infantil por 007), tan sólo por aceptar una entre sus muchas sugerencias de lugar. A esta altura ni mis amigos ni mi familia plantean otras opciones, porque saben que Piñeyro el dinner planner obra así por necesidad: todos los restaurants que sugiere poseen indefectiblemente salón para fumadores. Apenas entró en vigencia la ley, Piñeyro se tomó el trabajo de investigar dónde podría cenar de allí en más, al calor del tizón de su cigarrillo light. Desde entonces dice en broma –aunque debería pensarlo en serio- que va a editar una guía de restaurants para fumadores y que se va a llenar de dinero.

Ahora que anduvimos juntos por Barcelona y por Madrid, comprobamos que las medidas antitabaco son allí mucho más tolerantes que en Buenos Aires. (Aquí siempre tenemos tendencia al jacobinismo. Será porque nos cayó del cielo un intendente que se precia de ser afrancesado.) La investigación que Piñeyro planeaba hacer in situ se cortó de cuajo, cuando descubrimos que la mayor parte de los restaurants tenían un reservado para fumadores. Por cierto existen sitios con carteles que anuncian su pureza total, pero no es necesario que los pobres fumadores peregrinen kilómetros para dar con un sitio donde cobijar sus pobres huesos, siempre aparece alguno en esta cuadra o en la próxima: en Madrid y en Barcelona, cuanto menos, los fumadores no se sienten del todo parias.

Pocos días atrás, la viñeta del genial Miguel Rep en la contratapa de Página 12 decía: “Primero fue en los aviones. Después en las reparticiones públicas. Luego en los bares y restorantes me mandaron a fumar afuera. Finalmente, sabía que esto iba a llegar”. El dibujo muestra al planeta Tierra y al fumador malhumorado que, cigarrillo en mano, flota en el espacio donde nadie lo persigue –al menos por ahora.

Yo creo que fumar hace daño (mi madre, fumadora empedernida, murió de un cáncer de pulmón galopante) y también creo que los no fumadores tienen derecho a protegerse. Pero no puedo evitar sentir que toda esta campaña, tanto debate y tanta legislación son un poco too much. Una cosa es cuidar a los que no fuman, y otra muy distinta marginar a los que eligen hacerlo. Tengo la extraña sensación de que por el embudo que lleva a la persecución de este vicio se cuelan, además de la correcta, algunas intenciones que se meten en el baile sin haber sido invitadas: intereses políticos, moda, deseo de sacar carné de bienpensantes y patente de corso para discriminar a otros –hay gente para la cual discriminar es un deporte full contact– y quedar como duques en el intento. ¿No les parece a ustedes un tanto exagerada la historia? ¿No les parece un tanto histérica la conversión de tantos al evangelio de la buena salud? ¿No les parece que es demasiada energía dedicada a una causa que solo reclamaría un módico de prudencia?

A veces pienso que si nos opusiésemos a la violencia con el mismo fervor que se dedica a perseguir fumadores, el mundo daría un salto cualitativo hacia el (buen) futuro. Al paso que vamos, las bombas nucleares, el hambre y el polonio 210 no nos dejarán margen para pudrir nuestros pulmones como Dios y Marlboro mandan.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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