
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
Como dice uno de los poemas más famosos de W. B. Yeats, The Second Coming: ‘…el centro no puede sostenerse… y en todas partes / La ceremonia de la inocencia resulta ahogada; / Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores / Están llenos de apasionada intensidad’.
¿Acaso cabe duda alguna de que la historia del hoy está escrita por los peores? ¿Aquellos que llevados por su voracidad infinita procedieron sin reconocer límite alguno, demoliendo el mismo sistema que los hizo ricos y obligando a pagar los platos rotos a los mismos de siempre -los que menos tienen? ¿Aquellos que bombardean poblaciones civiles como parte un cálculo para ganar elecciones, jugando con la convicción de los votantes de que tan sólo la violencia garantiza la tranquilidad? Este argumento no resiste el menor análisis. Por más que estén muy mal organizados y sean pobres, los musulmanes que viven en lo que solemos llamar Medio Oriente -sin necesidad de contar a aquellos de la diáspora- son muchísimos más que los habitantes de Israel; y el maltrato sistemático de las mayorías explotadas a manos de minorías ricas u tecnocráticas nunca ha terminado bien en los libros de Historia. Tiemblo al pensar qué ocurriría si un día los musulmanes se organizan y deciden imitar la ferocidad de sus vecinos…
La dinámica de la Historia parece irreversible. Nuestros líderes -que suelen formar parte del bando que Yeats denomina ‘los peores’- apelan a nuestra parte más mezquina para llegar al poder, y una vez allí actúan a favor de los más ricos aun cuando eso suele significar un perjuicio cierto para sus votantes; en este sentido, no podemos alegar que no merecemos nuestra suerte. Nada me gustaría más que sugerir que la elección de Barack Obama marca un cambio de curso: aunque creo que en efecto triunfó porque millones de votantes privilegiaron su esperanza a su miedo (como viene pasando desde hace algunos años, dicho sea de paso, en la mayor parte de América Latina), no imagino a Obama rompiendo con los factores de poder que han cooptado la institución presidencial en los Estados Unidos; en el mejor de los casos, supongo que se limitará a hacer un uso más blando del poder que Bush & Co. emplearon en todo este tiempo como el látigo del esclavista.
(Continuará.)