Marcelo Figueras
Es vox populi que los argentinos haríamos cualquier cosa por llamar la atención, por las buenas si es posible y si no, también. No hace mucho hablé aquí de la campaña que unos muchachos lanzaron por Internet, con el objetivo expreso de lograr que la modelo Nicole Neumann cumpliese con una promesa insensata formulada ante la prensa, la de desnudarse en público en apoyo a una causa ecologista. Ayer mismo, los muchachos en cuestión revelaron ser publicistas en una entrevista concedida a Julián Gorodischer de Página 12, donde se hablaba de conceptos como "sociosurrealismo" y "acción viral" -que no sé muy bien qué son, pero suenan la mar de interesantes- y se los inscribe en la senda anticorporativa del No Logo de Naomi Klein. Lo cierto es que Ezequiel Ardigó, Fernando Ojeda, Matías Quiroga y Santiago Vila hicieron algo fresco, creativo e irreverente, desmontando la estética de los vídeos terroristas -usaron caretas de Winnie Pooh en vez de los ya tradicionales pasamontañas, para que nadie pudiese acusarlos de promover una violencia real; yo estaba entonces en Palestina, donde la violencia es verdadera, y el asunto me impactó tan sólo como una magnífica broma- y riéndose de algunas repercusiones, como el cable de la agencia EFE que se tomaba en serio la ‘amenaza’ que acabar con el perro de Nicole si la modelo no cumplía con su promesa. (Por algo se autodenominaron Movimiento Hacete Cargo Nicole.)
Pero en fin, también nos gusta llamar la atención por las malas. La cuestión del robo que Francis Ford Coppola sufrió en la sucursal que su productora tiene aquí en Buenos Aires, en ese barrio hiperfashion que es hoy Palermo, me impactó primero como fan y cinéfilo. Según parece, uno de los ordenadores que los ladrones se llevaron contenía la última versión del guión de Tetro, el filme con Matt Dillon que Coppola planea rodar en la Argentina en los próximos meses. Yo que sé el trabajo que entraña un guión (y si es bueno como los de Coppola, ni qué hablar), me agarré la cabeza al tiempo que pensaba: ‘Querido Francis, bienvenido a la Argentina’, porque no dudo que los cacos no sabían lo que hacían. Espero que esta gente se haya enterado a tiempo de lo que tenía entre manos, y que esté negociando con la productora para devolver aunque más no sea el guión a cambio de la recompensa que Coppola ya ofreció.
Pero cuando vi la repercusión internacional del asunto, me quise morir. Leí sobre el robo en todas las agencias internacionales, en el New York Times… Mientras el presidente Kirchner hablaba en las Naciones Unidas en nombre de nuestra dignidad, uno de los más grandes cineastas estadounidenses de la historia recibía aquí un curso de argentinidad, y acelerado. Espero que más allá del contratiempo, Coppola haya advertido algo que para nosotros es pan de todos los días, esto es, a sacar algún provecho de la desgracia. ¡No me digan que el asunto de los ladrones que piden rescate por un guión no es digno de una película!
Por suerte tenemos siempre a mano alguna alegría deportiva. Ahora, sin ir más lejos, acabamos de batir a Inglaterra -que era el dueño del título- y consagrarnos campeones del mundo del fútbol gay.
Con un poco de suerte, los muchachos del Movimiento Hacete Cargo idearán una campaña para recuperar el guión del autor de El Padrino. Ahí está: Movimiento Devuelvan el Guión o Se Las Verán con Los Corleone.