Marcelo Figueras
En la Argentina de los últimos años se usa mucho una expresión que me resulta muy simpática, y que como tantas del lenguaje popular tiene su origen en el argot de los delincuentes. Un aguantadero es un sitio donde esconderse después de cometer un delito, mientras pasa el ardor de la pesquisa y de la persecución. Hacer el aguante es, pues, poner el hombro para que otro se haga firme. Por eso, cuando en estos lares se quiere expresar nuestro apoyo a alguien, lo que se dice es aguante. Aguante Diego. Aguante Calamaro. Aguanten los Stones.
Todo lo que hoy quiero decir es: aguante Roncagliolo. Felicitaciones por el premio. Y aguante El Boomeran(g), ya que estamos. Es lindo sentir que de alguna manera el Alfaguara queda en casa.