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Blogs de autor

Gracias

Por 28 de febrero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Desde que se abrió este blog, es la primera vez que entrego mi despacho tarde. Pero mi editor comprende. Es que me he ganado un premio.
Ayer recibí la llamada a medio día. Sabía por el periódico que la presidenta del jurado era Ángeles Mastretta, así que cuando escuché un acento mexicano al otro lado de la línea, imaginé de qué se trataba. Tras el anuncio hablé con todos los miembros del jurado. Aunque “hablar” es mucho decir. Me limité a balbucear unos agradecimientos.
Supongo que uno nunca parece tan retardado mental como cuando es feliz. Mientras hablaba con el jurado quería saltar de alegría, pero tengo una pierna rota, así que me limitaba a dar vueltas en la silla giratoria de mi escritorio. Luego pensé: “espero que no me quiten el premio por ser incapaz de articular dos oraciones seguidas”. Pero no me lo han quitado.
La editora habló al final, y me pidió que no dijese nada hasta el anuncio oficial, que sería tres horas después. Me dijo que pasarían a buscarme para contactar por videoconferencia con la presentación. Eso significaba que debía arrastrarme con mis muletas hasta la ducha y procurar estar presentable. Pero mientras lo hacía, llamó mi mamá:
-Hola, hijito.
-Hola, mamá, en realidad, ahora mismo no puedo hablar.
(La editora me ha dicho que no diga nada, que no diga nada)
-¿Cómo que no puedes hablar? Nunca estás, hace semanas que no conversamos.
-Sí, bueno, es que me tengo que… bañar.
-¿Cómo está tu pierna?
-Voy a colgar ¿OK?
-Ni se te ocurra.
Al final, se lo dije. Pegó un grito que amenazó con dejarme sordo además de cojo. Me alegró oírla feliz y pensar que era por mí.
Finalmente, conseguí ducharme sin romperme ningún otro hueso y llegué a la videoconferencia. Mientras el jurado hablaba de la novela, me costaba reconocer que esos escritores estaban hablando de mí. Me costaba admitir que gente que admiro tanto pudiese siquiera saber que existo. Pero sí, hablaban de la novela: Abril Rojo.
A partir de ese momento, el día fue vertiginoso. Hablé con mucha gente de España y América Latina, agradecí (aún sigo agradeciendo) y hablé de esta novela durante toda la tarde. Alguien me preguntó qué iba a hacer con el dinero. Entonces recordé que le había dicho a mi novia que, si ganaba el premio, tendríamos un hijo. Dije eso porque no imaginaba que iba a ganar. Pero ahora me temo que tendré que cumplirlo. El jefe de prensa de la editorial comentó: “pues te va a salir caro el premio”.
Tuve una celebración bastante discreta, una cena y eso, básicamente porque es difícil ir a bailar con un yeso en una pierna. Como gran exceso de la noche, fumé un montón de cigarrillos y bebí mucho vino. Y ni siquiera eso fue fácil. Traten de manejar las muletas con tres copas encima y verán.
Esta mañana me han despertado las llamadas de mis amigos. Como bajar a comprar el periódico es toda una operación de alta precisión, ellos me van contando lo que se ha publicado: “Oye, siento lo de tu pierna. Me enteré por el periódico que te la has roto” dice uno. “El presidente del Real Madrid ha renunciado justo ayer, te ha robado todas las portadas” dice otro.
Mi buzón de voz está lleno, mi e-mail tiene 140 mensajes, el sms ha recibido otros treinta, el blog de ayer tiene 52 comentarios. Entre los remitentes, aparece gente que no he visto en años, compañeros de colegio, viejos amigos de la universidad, hay gente que no sé quién es, y otros que no sabía que me conocieran a mí. Está, en suma, toda mi vida en mensajes.
En momentos como éste, las personas con que has compartido cosas se acuerdan de ti, y tú no tienes tiempo de decirles a todos “gracias”. Supongo que el mejor agradecimiento es compartir con todos ustedes lo que escribo. Pero quería dedicar este blog específicamente a eso: a darles a todos ustedes las gracias por estar ahí, y por sentirse felices cuando me siento feliz yo.

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