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CERCAS, UN AÑO DESPUÉS

Por 28 de febrero de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Hace un año que Javier Cercas publicó su novela La velocidad de la luz. Superar un gran éxito puede ser mucho más difícil que salvarse del fracaso. Soldados de Salamina, la novela anterior, arrasó de tal manera las ventas de libros que parecía ser una trampa definitiva para su autor. De dos cosas una: o volvía a repetir el mismo libro y fallaba, pues no había posibilidad de volver a ocupar el techo del mundo de las ventas, o cambiaba por completo de orientación y dejaba a sus lectores despistados. Su respuesta fue elegir ambas soluciones con aquella “Velocidad de la luz” que nunca cobró la velocidad del éxito anterior.

Lo veo en un detalle sencillo: ya tuvo, en los últimos meses, varias discusiones sobre Soldados de Salamina, la película que se sacó del libro, y casi nadie me habla de la última novela. Es una lástima porque, después de tener mis reservas y de volver a abrirla, me parece que no es mal libro y sobre todo que se hizo una lectura equivocada de la historia que cuenta. Por incluir la trayectoria de un novelista que pasa del anonimato a un éxito fenomenal, todos los lectores y los críticos se centraron en una supuesta estrategia de su autor buscando una salida propia. No faltaba nada para enfocar la lectura de esta manera, hasta la famosa citación de Oscar Wilde: “Hay dos tragedias en la vida. Una es no conseguir lo que se desea. La otra es conseguirlo”.

En realidad, lo que había en el libro era un tremendo homenaje a la literatura de los Estados Unidos. Saul Bellow, Philip Roth, Bernard Malamud, John Updike, Flannery O’Connor, Stanley Elkin, Donald Barthelme, Robert Cooper, John Hawkes, William Gaddis, Richard Brautigan, Harry Mathews, Henry David Thoreau, Ralph Waldo Emerson, Nathaniel Hawthorne, Mark Twain, Henry James, William Faulkner, Thomas Wolf, Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway. La manera en que, en las primeras páginas, se opone a aquella formidable lista el único nombre de Mercé Rodoreda, la autora catalana, es una manera de gritar “Yankees come home” cuando hablamos de la casa Literatura.

La velocidad de la luz no es una estrategia de salida del éxito y basta para convencerse de ello leer otro libro, en realidad un librito, de Javier Cercas que se titula Una oración por Nora. Su precio es de un euro. No tiene ni ochenta páginas y es un producto medio institucional, pues se publicó dentro del “pacto extremeño por la lectura”. Es excelente. No voy a contar la historia, que utiliza la misma atmósfera de una pequeña ciudad universitaria, y también la misma presencia del remordimiento, que nutren La velocidad de la luz. Cercas no se obligó a escribir nada, lleva en él aquella dimensión gringa.

Lo que se obligó hacer, supongo, es no titular su novela “Soldado del Vietnam” aunque fuera, otra vez, la historia de un soldado después de una guerra, esta vez la de un soldado norteamericano combatiendo el Vietcong. Y quizás, quizás, es ahí de donde proviene la diferencia. Al escribir Soldados de Salamina un novelista que conoce la literatura anglosajona no puede apartarse de la tremenda producción que salió de la guerra civil de España. De manera natural tiene que ubicarse al nivel de maestros, empezando por Hemingway. Pero cuando de la guerra de Vietnam se trata, ¿de qué hablamos?
Tengo Reporting Vietnam, la recopilación de The Library of America y acabo de releer la tabla de los contenidos. Hunter S. Thomson, Norman Mailer, Tom Wolf, Michael Herr, Mary McCarthy, Philip Caputo son los únicos que pueden reivindicar la profesión de escritor. Todos los otros son periodistas. Y si quitamos a Herr (cuyo Dispatches sigue siendo una maravilla) el Vietnam no se relaciona con lo mejor de la obra de estos escritores.

Hay grandes guerras para la literatura: Stendhal, Tolstoi, son pruebas de lo que se puede hacer con unas campañas de Napoleón. Pero existen combates que no traen nada especial para los escritores. Vietnam es un ejemplo (a pesar de que hizo tanto para el cine, desde «The Deer Hunter» a «Apocalipsis now»). Es lo que faltó a Cercas: un punto de referencia válido en la literatura para alzarse otra vez a la cumbre. Al escribir esto hago enseguida una fe de erratas: existe un novelista del Vietnam, cuyo estilo, directo y lleno de sustantivos debe mucho a Hemingway. Es Tim O’Brien. Anagrama tradujo su En el lago de los bosques. Merece una relectura. Tal como La velocidad de la luz.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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