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Soros, Wen Jiabao, Putin

Por 29 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Lluís Bassets

Escribo entre la intervención de Wen Jiabao y la de Putin. Esta es la cumbre del resto, las potencias que han ido acumulando ambición mientras Bush creía instalarse en el siglo americano de la superpotencia única. Antes, a mediodía, he podido almorzar a toda prisa mientras Soros hacía la suya. Está claro que la economía mundial, ya en recesión, está averiada. Como mi ordenador. El disco duro está irremediablemente maltrecho. En mi caso tiene remedio: Rosa Jiménez, que se ocupa de los blogs de El País, corregirá este texto antes de que lo lean los lectores. En el caso de la economía global el problema va mucho más lejos y no basta con resolver una cuestión ortográfica. Mi ordenador es un buen reflejo de cómo somos y nos van las cosas, siempre detrás en tecnología, algo que se convierte en hiriente en un lugar de punta como es el WEF.

Soros cree que esta crisis financiera es igual o mayor que la de los años 30. La mitad de los negocios financieros mundiales desaparecerá. El financiero que se cargó el sistema monetario europeo en 1992 aparece ahora como uno de los pocos visionarios que la vieron llegar. Él modestamente lo niega, y asegura que no pudo prever estas 36 horas de septiembre que terminaron con la banca financiera de Wall Street y sobre todo el colapso de Lehmann Brothers. Lo que sí señaló fue la superburbuja y la eventualidad de un superestallido: es decir, sí lo vio venir. Es lo que ha ocurrido. Sólo Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York, y Robert Shiller, de Yale, aparecen ahora como sabios prudentes que no se dejaron obnubilar por la euforia. Roubini dijo, según el IHT, que la cuestión no era saber si habría un aterrizaje suave o violento, sino cuán violento sería el aterrizaje. Shiller señaló que la burbuja inmobiliaria americana era de tal envergadura que se verían muchos años de caída de precios y de debilidad económica. Esto fue el año pasado. Ahora ya todos lo saben y nadie lo discute. La cuestión es la fecha: ¿Cuándo saldremos? El consenso gira, vaya horror, alrededor de 2012.

Soros evalúa en un billón y medio de dólares la inversión pública que hay que hacer en Estados Unidos para enfrentarse a la recesión. Cree que Bush ha actuado tarde, poco y mal con el primer paquete financiero. No es extraño: estos mismos días llegan noticias sobre el reparto de bonus entre directivos de bancos que han recibido ayudas, ante el escándalo de las opiniones públicas respectivas. Tiene interés atender también a lo que dice sobre las implicaciones internacionales de la crisis, sobre todo en los países periféricos, como los de Europa del este, que él conoce muy bien. La devaluación de sus monedas va a dañar a las familias endeudadas en divisas extranjeras. O en Europa, donde ahora se nota como nunca la falta de un departamento del Tesoro europeo.

Wen Jiabao ha hecho un discurso impecable, de buen alumno que se tiene aprendida la lección. China está muy afecatada por la crisis, ha reconocido. Pero ha hecho sus deberes, que ha detallado de forma interminable, desde política bancaria hasta educación e infraestructuras. Lo que le ha permitido corregir el tiro: la economía china está en buena forma, sus fundamentales están la mar de bien. Para, a continuación, ofrecerse a echar una mano: queremos ayudar a restaurar la confianza, creemos en la confianza, la cooperación y la esperanza. Insuperable en su lengua de trapo. Perfecto.

El invierno se va y la primavera está a la vuelta de la esquina, ha terminado poéticamente: la única concesión retórica en todo el discurso. Ni una sola concesión política, como máximo el ‘compromiso con el desarrollo pacífico’. Y cifras, cifras que hay que leer bien, para ver que son preocupantes: 9 por ciento el año pasado, sólo el 6’8 el último trimestre del año, pero confianza en que se llegará, aunque sea muy difícil, al 8 por ciento para 2009. Los agoreros especulan que estará alrededor del 6. Pero el primer ministro chino cree detectar signos, cuantificables, de una pequeña recuperación en diciembre.

Entre todos los que han intervenido hasta ahora es el único que está orientado y es optimista, lo cual no significa que tenga razón. Todo el resto sufre de desorientación y depresión como no se había visto nunca entre quienes guían la economía mundial. ¡Si así están los pastores, cómo estará el rebaño! No creo que Putin, al que voy a oir dentro de un cuarto de hora, pueda cambiar el humor de la reunión, más bien sombrío. Quizás lo haga, en cambio, una magnífica sesión dedicada a las lecciones que pueden sacar los empresarios del Macbeth de Shakespeare.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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