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Mundo incensurable

Por 17 de mayo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Lluís Bassets

Una vez la flecha sale lanzada del arco alcanza siempre su destino. Así es la comunicación de nuestra época, incensurable. Obra de la tecnología, pero no sólo. También de una conciencia cada vez más aguda acerca de la libre circulación de ideas y mensajes. O de la presión del mercado, es decir, del dinero, del interés. Cabe comprender a Obama ante la presión militar para impedir la difusión de las fotos de Abu Ghraib, pero no tengo yo ninguna duda de que todas estas imágenes terminarán saliendo. Gobernar en un mundo incensurable es más difícil y si no que se lo pregunten al nuevo presidente de Estados Unidos. Ahora se está dando cuenta de la dificultad de su posición, en la que se ve obligado a encontrar equilibrios entre sus promesas electorales y las presiones de estamentos de enorme influencia en la sociedad norteamericana, como es el caso de los militares.

Con el asunto de las fotos, Obama se sitúa en contradicción con sus pretensiones de transparencia y con su actitud ante la modernidad tecnológica; pero más grave es lo que le sucede respecto a las comisiones militares (consejos de guerra excepcionales), cuya actividad ha decidido prorrogar para juzgar a determinados presos de Guantánamo. Su cambio de posición se debe de nuevo a la presión militar, pero en este caso le sitúa en contradicción con su programa sobre derechos humanos. El presidente ha sido pillado entre dos fuegos: de una parte quienes quieren que prosiga la política antiterrorista de Bush, como es el caso de buena parte del estamento militar; de la otra, desde la posición contraria, quienes no quieren problemas y se niegan a ayudar a Obama a salir del embrollo. Éste es el caso del Congreso, que no ha querido aprobar el presupuesto para desmontar Guantánamo, para evitar que algunos presos terminen en cárceles de sus circunscripciones, ocasionándoles prejuicios electorales. Pero lo mismo puede decirse de los países europeos, que han demostrado una enorme racanería a la hora de recibir presos de Guantánamo.
Las fotos y las comisiones militares se han convertido así en el primer tropezón serio de Obama, después del balance brillante de sus primeros cien días. A la hora de analizarlo hay que tener en cuenta dos cosas: en primer lugar, que la opinión pública norteamericana es muy propensa a pegarse a las posiciones más conservadoras en temas de seguridad. En la cuestión de las comisiones militares, el apoyo que obtiene Obama ahora mismo es muy alto: 59 por ciento están de acuerdo con que los terroristas sean juzgados por estas comisiones especiales, mientras que sólo un 26 por ciento prefiere que lo hagan los tribunales ordinarios. Segunda cuestión a considerar: el primer tropezón de Clinton fue también con los militares, aunque en su caso no les hizo caso en un primer momento, consiguiendo crear una enorme tensión: el conflicto se produjo por el intento presidencial de levantar la prohibición de ingreso de militares homosexuales en el ejército, pero terminó con una salida de compromiso, muy criticada por los gays, como fue la política llamada de ?no preguntar ni explicar? a la hora de reclutar.
Las explicaciones que ha proporcionado Obama para justificar la censura sobre las fotos enlazan con el argumentario neocon que él mismo había combatido con tanta energía como inteligencia. Que la publicación serviría para alentar los sentimientos antiamericanos ya lo habíamos oído en boca de la anterior Administración. Pero no deja de ser una mala excusa. Fue Obama quien lanzó esta flecha y será una tragedia si es Obama finalmente quien reciba su impacto. En un envite tan serio como todo lo que afecta a la tortura y a Guantánamo puede jugarse el rumbo de su preside ncia.

 (Enlaces: para las fotos, ver el daily telegraph y el sidney morning herald; y para las encuestas de opinión, Rasmussen Report)

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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