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Maniobras geopolíticas de la mente

Por 26 de marzo de 2012 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Lluís Bassets

La crisis abre horizontes. Y también cerebros. Despierta la creatividad. Acerca a la realidad posibilidades apenas soñadas. No todo va a ser recorte y sufrimiento. Los proyectos y empresas con profundidad estratégica cuajan durante las crisis y arrancan cuando se avizora la salida del túnel. Hay numerosos proverbios acerca del asunto.
Fukushima nos ha dado la imagen plástica de los paisajes después de la crisis y su primer aniversario nos ilustra sobre la dificultad para empezar de nuevo. Seguirá adelante quien se mantenga en pie y tenga una idea, un proyecto, como el pino solitario de Rikuzentakata, convertido en símbolo de la supervivencia.

El presidente de la consultoría política Eurasia Group, Ian Bremmer, ha realizado unas observaciones sobre Grecia en esta dirección, que nos aleccionan sobre los cambios que vamos a ver en cuanto la polvareda se deposite sobre el suelo. Sus ideas, expuestas en un artículo en el Financial Times, son auténticas maniobras mentales geopolíticas, ejercicios probabilísticos para anticipar el futuro que nos pueden servir para orientarnos en el presente.
La cuestión va de Grecia, país que tiene todos los motivos para seguir en la Unión Europea, según nos explica Bremmer, después de recibir el paquete de 170.000 millones de euros, de los que 130.000 salen directamente de los bolsillos de los otros países socios. Los griegos, sin embargo, se hallan en una trayectoria de alejamiento respecto a la UE, que probablemente se agravará en las próximas elecciones. No se trata únicamente de la hipotética salida del euro, evocada primero y temida después desde la propia Alemania. Los europeos tendemos a pensar nuestra realidad en términos monetarios y económicos, en consonancia con la geoeconomía en boga, pero solemos olvidamos las consecuencias de este tipo de decisiones en la política, la defensa o las relaciones exteriores.
Bremmer hace notar que el resentimiento contra los alemanes y la ausencia de modelo de crecimiento puede conducir a los griegos a optar por un camino alejado de los otros europeos. Y lo señala: el que conviene a las potencias emergentes. Una compañía china ya opera el puerto del Pireo. La rusa Gazprom está atenta a la privatización de las operadoras griegas del gas. Si Atenas alquilara el uso de su puerto a la flota rusa podría sacar hasta unos 200.000 millones, más que el paquete de ayudas de la UE y del FMI, en un contrato de entre 30 y 50 años.
Por cierto, en la mesa del Kremlin donde se toman las decisiones más graves está cuestión ya tiene carpeta: si la flota rusa tiene recambio para los puertos sirios de Latakia y Tartus, Moscú podrá prescindir más fácilmente de su amistad con su sanguinario socio Bachar el Asad. Es urgente que en Bruselas (UE y OTAN) se pongan en marcha maniobras mentales como estas.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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