Lluís Bassets
Una columna no se sostiene si no es contra alguien.
Designar y dibujar al enemigo es la razón de ser de una columna. Y si falla el enemigo real hay que inventarlo.
Se diría que hay columnistas que incluyen en su contrato la mención específica de las personas a quienes debe atacar o denigrar de forma sistemática. Más evidentes todavía son los casos, aunque no consten en el contrato, de las personas a las que no se debe atacar o denigrar en ocasión alguna.