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Interrogante 2012

Por 29 de diciembre de 2011 Sin comentarios

Lluís Bassets

Será difícil superar a 2011, pero 2012 va a intentarlo. Están tendidos los rieles para los grandes acontecimientos, pero sabemos que el máximo asombro no surge de los guiones. Estaba en el guion de este año la larga agonía europea y lo va a estar en el próximo. Lo mismo sucedía con las negociaciones de paz en Oriente Próximo, inexistentes este año y sin previsible reanudación en el próximo. Pero no estaban, en cambio, Fukushima, los tiranos árabes caídos, Bin Laden, Dominique Strauss-Kahn, el asesino noruego Breivik Anders Behring o Berlusconi y su sucesor, Mario Monti. Lo que se sale del guion es lo que da el tono.

Las previsiones para el próximo año bastan para las sensaciones trepidantes. Empezando por lo más próximo, nos acecha la recesión, la recaída, cuyo alcance incluso mundial inquieta en todo el planeta. Esa Europa que elude el protagonismo puede ser un dolor de cabeza del mundo por el efecto arrastre de la crisis de deuda y su indecisión en resolverla. No sabemos si funcionará esa Unión Fiscal forzada por Merkel y Sarkozy, primero ante los omnipotentes mercados; y luego ante los Parlamentos y opiniones públicas de los países que deberán ratificarla. En la agenda está anotada la fecha de marzo y ahí tendremos la primera referencia sobre el cumplimiento de los buenos propósitos. Está en juego el euro, que algunos quieren dar por muerto justo cuando cumple 10 años.
No menos trepidantes son las sensaciones que pueden producir los acontecimientos en el norte de África. Vamos a saber qué es el islamismo político en el Gobierno, al menos, de cuatro países: Marruecos, Túnez, Libia y Egipto. Sus dirigentes deberán enfrentarse a problemas que hasta ahora desconocían, empezando por los arcanos de la economía. Pero donde se les observará con atención será en las reformas políticas y constitucionales que afectan a los derechos individuales y a la igualdad entre los ciudadanos, sobre todo en cuestiones como las libertades de expresión y de conciencia.
Habrá que ver el rumbo que siguen las revoluciones árabes, así como sus consecuencias geoestratégicas. En el año entrante cabe la caída de Bachar el Asad y el establecimiento de un régimen de la mayoría suní en Siria. Si esto sucede, todo se moverá en la zona, empezando por Líbano, donde el extremismo chií de Hezbolá perderá su contrafuerte en Damasco. En Irak gira en sentido contrario, en favor del chiismo: los suníes se hallan en la puerta de salida de la fórmula de gobierno tutelada por Washington, que apenas cuenta con palancas políticas una vez abandonadas las militares. Irán mueve los hilos en la región para sacar provecho de los movimientos, pero la incógnita es el programa nuclear, es decir, saber si será interrumpido por un bombardeo de Israel con apoyo o autorización de Estados Unidos.
Ninguna monarquía árabe ha salido tocada de la oleada de 2011. Las fórmulas son variadas: moverse a tiempo como el soberano marroquí, pedir auxilio a la superpotencia vecina como el de Bahréin, palo y zanahoria en grandes cantidades como el saudí o una imaginativa diplomacia exterior como el de Catar. Veremos cómo les va. Hasta ahora solo han caído presidentes de repúblicas con vocación dinástica; la noticia sería que en 2012 cayera alguno de los monarcas.
También lo sería una 'primavera eslava'. Vladímir Putin aparece como una función fija: debe ser presidente de nuevo e instalarse en el Kremlin hasta 2018, después del enroque organizado con Medvédev, que le ha calentado el trono durante un mandato. Pero alrededor del Kremlin viven millones de jóvenes rusos, suficientemente preparados para exigir algo más que unas elecciones trucadas y un relevo organizado desde la vertical del poder. Quieren dar la batalla y seguro que su ejemplo cundirá en los países vecinos donde perdura todavía el esquema autocrático: en Ucrania o Bielorrusia, por no hablar de las repúblicas centroasiáticas. Ahí se parará. En China todo está previsto: llega la quinta generación al poder y será en otoño, nada de primaveras.
La campaña electoral en Estados Unidos ocupará casi todo el año. En Iowa empieza la carrera de sacos entre los candidatos republicanos. Si siguen así, el Obama de la gran decepción puede ganar de calle las presidenciales en noviembre. En Francia, Sarkozy irá a la reelección en mayo colgado más que pendiente del euro y vigilado por ambos flancos, el populismo antieuropeo y xenófobo de Marine le Pen, a la derecha, y el socialismo gris de François Hollande, a la izquierda.
Las cifras del nuevo año empiezan y terminan con el guarismo del número dos, que es el que más se acerca al signo de interrogación. Las previsiones de la agenda nos señalan las sensaciones fuertes que nos  depara. Fuera de guion y de nuestra  imaginación llegarán sorpresas que nadie es capaz de atisbar aunque se estén cociendo a fuego lento, como sucedió ahora hace un año con las revoluciones árabes.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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