Lluís Bassets
Bill Clinton fue el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos, según la Premio Nobel de Literatura, Toni Morrisson. Barack Obama, según testimonios recogidos por el diario israelí Haaretz, será el primer presidente judío. El comportamiento de los ciudadanos norteamericanos que se identifican como judíos fue muy claro: un 77 por ciento votaron por Obama, tres puntos más que lo obtenido por Kerry en 2004 y sólo dos menos que Al Gore en 2000. Portavoces de la comunidad afro americana subrayaron inmediatamente después de las elecciones las estrechas relaciones que habían establecido ambas comunidades desde los años 60 con motivo de las movilizaciones por los derechos civiles.
El diario Haaretz ha recogido testimonios de dirigentes de la importante comunidad judía de Chicago en los que se subrayan las estrechas relaciones con Obama, al que reconocen prácticamente como uno de los suyos. Uno de los dirigentes, el abogado Alan Solow, asegura que la biografía del nuevo presidente, hijo de un extranjero y una norteamericana, su búsqueda de las raíces propias y su énfasis en la educación y en el trabajo forman un perfil semejante a la de los judíos de América. "Cuando dice que la seguridad de Israel es sacrosanta, yo le creo", asegura. "Siempre ha tenido una profunda comprensión de la necesidad que tiene Israel de seguridad".
Michael Bauer, otro dirigente de Chicago, observa las afinidades por un lado más ideológico. La separación entre iglesias y estado, el derecho de las mujeres a escoger y por supuesto su comprensión de las relaciones entre Estados Unidos e Israel le sitúan muy cerca de la comunidad judía de Chicago, de características muy progresistas. Bauer cuenta que Obama ha visitado Israel dos veces y ha estado en Sderot, la ciudad próxima a la frontera con Gaza que ha sufrido numerosas víctimas mortales por el impacto de centenares de cohetes Qassam. "Está comprometido con la existencia de Israel como Estado judío con fronteras seguras, no tengo ninguna duda", ha dicho Bauer.
Rahm Emmanuel, el jefe de gabinete de Obama ya nombrado, es un miembro destacado de la comunidad judía de Chicago, hijo él mismo de israelí y voluntario durnate la primera guerra del Golfo en tareas de autodefensa en Israel. Al vicepresidente Joseph Biden se le considera un político también muy comprometido en la seguridad de Israel. Y el propio Obama realizó un discurso ante el American Israel Public Affairs Committee, justo después de ganar a Hillary Clinton en las primarias, en el que dijo que "Jerusalén debe seguir siendo la capital de Israel y debe permanecer indivisa".
Hay que leer este discurso para observar hasta qué punto Obama está integrado en el consenso americano sobre la seguridad de Israel, algo que desde Europa cuesta o no se quiere entender siempre. Con un matiz, sin embargo, respecto a la posición de Obama y de la propia comunidad judía que ha votado mayoritariamente al candidato demócrata. "George Bush ha sido un desastre para el Estado de Israel", le dice Michael Bauer a la periodista de Haaretz. Algo parecido dice Obama en su discurso. Y yo también he oído palabras semejantes en boca de destacados isarelíes, identificados con el gobierno de Olmert y sobre todo con Tzipi Livni.
El compromiso de Obama con Israel conducirá a intentar de nuevo el camino de la paz, para evitar que se estreche todavía más el camino. Cada vez más gente sabe que el dilema ahora es entre la existencia de dos estados, con garantías para la seguridad de Israel y un país viable y gobernable para los palestinos, o un futuro Israel desbordado demográficamente que terminará siendo binacional y clausurando el sueño sionista. Ojalá este primer presidente judío americano consiga lo que Clinton no pudo y Bush no quiso. La existencia de Israel no tan sólo no está en contradicción con una paz justa e inclusiva para los palestinos sino que ésta última se está convirtiendo en condición indispensable para su futuro.