
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Hay que tener algún poder, un pequeño poder, incluso poderes secretos, psicológicos o esotéricos, para obtener buena información. Si no se tiene poder alguno, ni siquiera los poderes visionarios del buen analista, entonces hay que robar. Para tener poder. Porque este oficio vive del poder y para el poder, aunque luego se haga el despistado.
El oficio está lleno de ladrones de muchas especies. A gran escala y al detall, carteristas y atracadores, mecheros y trileros, falsificadores y, sobre todo, chantajistas. Entre los ladrones los hay muy respetables, a los que hay que defender a capa y espada. Quienes sutilizan la información, la obtienen de forma elegante y casi leal, siempre legal por supuesto, merecen un respeto, aunque quizás es difícil darles honorablemente el aplauso en público. Normalmente serán objeto de promoción y de premios discretos.
Con información, dinero. Con dinero, más dinero e información, mucha más información. Con mucha información y mucho dinero, poder a espuertas. Con mucho poder, toda la información. ¿A ver quien es el guapo que no entra en el juego?