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El fantasma que recorre América

Por 28 de octubre de 2008 Sin comentarios

Lluís Bassets

Es una marea de fondo, larga y muy alta. De ahí que su llegada haya sido tan lenta como constante. Se la observa cómo se acerca con una mezcla de estupor e incredulidad. Apenas ha encontrado dos momentos de leve resistencia, en las primarias, cuando Hillary Clinton consiguió recuperar la ilusión que podía ponerse en cabeza, y en la actual campaña cuando McCain electrizó a sus partidarios con la nominación de su número dos, la polémica y reaccionaria Sarah Palin. Siempre con el viento a favor, arrastrando todo lo que ha ido encontrando, recogiendo cada vez más apoyos, incluso en el campo republicano; así sigue la ascensión de Obama, tal como la reflejan las encuestas y el nerviosismo creciente que se percibe en el equipo de campaña de McCain y en los poderosos medios de comunicación que le apoyan, con escasa convicción en su personalidad y en sus propuestas, pero con un claro objetivo unificador como es cerrar el paso al candidato demócrata.

La dimensión de la victoria, la altura que alcanzará al final esta marea, es la cuestión que está encima de las mesas de análisis de los consejeros electorales y de los comentaristas políticos; y para desesperación de los partidarios de McCain ni un solo dato avala un cambio de tendencia, ni siquiera un estancamiento de la ola. El campo republicano ha sufrido deserciones sonadas, como la de Colin Powell hace ya una semana; la de Christopher Buckley, hijo de la principal pluma conservadora del último medio siglo y director de National Review, el ya fallecido William Buckley; o el ex portavoz de Bush, Scott McLellan. Estas malas noticias proliferan mientras crecen las divisiones dentro de la propia campaña: ahora mismo crece la desconfianza en la señora Palin, que apuesta de forma bien clara por hacerse con un perfil propio dentro del Partido Republicano para bregar por la candidatura presidencial en 2012.

La fe decae incluso entre los más encendidos de los neocons, como William Kristol, director de Weekly Standard (propiedad de Rupert Murdoch y Biblia periodística de los neoconservadores) y desde hace unos meses columnista de los lunes en The New York Times. Su columna de ayer se titula Recordemos la Marne y en ella evoca el momento épico en que el mariscal francés Ferdinand Foch lanzó su célebre parrafada en el transcurso de la célebre batalla, en las proximidades de París, durante la Primera Guerra Mundial: "El frente central se hunde. El flanco derecho retrocede. Situación excelente. Yo ataco". El diagnóstico del gran periodista neocon no puede ser más pesimista: "La campaña de Obama marcha hacia la mayor victoria presidencial de los demócratas desde la oposición desde 1932 y el Partido Demócrata está combatiendo por conseguir su mejor resultado presidencial y parlamentario desde 1964".

/upload/fotos/blogs_entradas/lawrence_de_arabia_med.jpgPor eso le pide a McCain que ataque y que insista en investirse con los ropajes retóricos del comandante en jefe que debe conducir a Estados Unidos a la victoria en la guerra contra el terrorismo. Si en el diario neoyorquino compara a McCain con el mariscal francés, en su revista le compara con Emiliano Zapata, aunque en esta caso a propósito de la película preferida de cada uno de los dos candidatos presidenciales: Obama demuestra gustos muy convencionales y dubitativos (El Padrino, Lawrence de Arabia y Casablanca), mientras que McCain expresa su admiración por "una narración histórica de una persona que lo sacrifica todo por sus creencias".

Hizo muy bien Obama al expresar el máximo eclecticismo cinematográfico. El candidato demócrata no hubiera podido permitirse el lujo de escoger una película con fuerte contenido ideológico, sin arriesgarse a cometer un error de campaña. A una semana justa del día de la votación, el fallo garrafal, la metedura de pata colosal, el acontecimiento inesperado que ponga la pelota en el campo de McCain o un inesperado y oculto comportamiento de los electores es todo lo que les cabe esperar a los republicanos. De ahí que se dediquen a fondo a provocar el fallo o incidente que cambie el curso de las cosas a última hora. El último ataque orquestado ayer contra Obama consiste en tacharle de socialista marxista y denunciar que su política fiscal consistirá en quitar el dinero a los ricos para dárselo a los pobres.

El fantasma del comunismo y de Karl Marx sucede así al fantasma del terrorismo, al que se invocó gracias a sus relaciones con un antiguo militante antisistema de los años 60 en Chicago. Los propagandistas conservadores, agrupados principalmente en los programas y tertulias de la cadena Fox (propiedad también de Rupert Murdoch), están intentando invertir la argumentación fabricada con la crisis financiera y el crash bursátil y revertirla en contra de Obama. Una cosa es que el estado intervenga para recuperar la liquidez monetaria y la confianza en el sistema, pero otra muy distinta es que la intervención del Gobierno y su política fiscal sirvan para difundir la riqueza, tarea que corresponde al mercado y requiere la inhibición del Estado. Todo lo que se salga de esto es marxismo y no es americano, repiten una y otra vez los tertulianos acusando a Obama.

Ayer la Fox consiguió incluso que un cura católico asegurara que Obama defiende el robo. El gobernador de Minesotta, Tim Pawlenty, más sutil, indicó que quitar los impuestos al 95 por ciento de los ciudadanos como propone Obama significa aumentarlos a quienes tienen buenos ingresos, con el resultado final de que se ensanchan las filas de los subsidiados por el Estado. La acusación contiene una insinuación bien clara: para muchos norteamericanos subsidiado y negro son conceptos muy próximos. Es muy fácil hacer creer que la tarea primordial del primer presidente negro va a aumentar los subsidios sociales para los negros.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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