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Democracia directa

Por 23 de agosto de 2011 Sin comentarios

Lluís Bassets

El voto a mano alzada es magnífico para el tumulto. Los brazos se levantan como lanzas antes del combate y no hay más que decir. Si alguien quiere tomarse la votación en serio constituye entonces una invitación trágica: esos pobres brazos solitarios que se oponen a la mayoría, se ofrecen a ser contados como candidatos a la expulsión, la cárcel o la guillotina.

De ahí la maravilla que hemos descubierto estos días: el voto positivo consiste en un aletear de ambas manos alzadas. Cunde y encandila. Nadie se fija luego en los votos en contra, las abstenciones y otras mandangas.
Lo único que cuenta es conseguir que levanten el vuelo las palomas del asentimiento a una propuesta bien cargada de ideas audaces y de propuestas que alienten el narcisismo de esas nuevas masas convocadas a través de teléfonos y ordenadores.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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