Lluís Bassets
Xi Jinping ya es secretario general del Partido Comunista y presidente de la Comisión Militar Central. Solo le falta convertirse en Presidente de la República Popular China, cosa que ocurrirá el año próximo cuando se reúna el Congreso Nacional del Pueblo, para coronarse con la palma suprema del poder imperial.
Todo esto sucedió ayer por la mañana, en la reunión del Comité Central del partido, el órgano formado por 205 personas y 171 miembros suplentes que dirige el partido entre congresos. Y se hizo siguiendo un guion conocido casi en su integridad, que incluye la elección primero de los 25 miembros del Politburó y dentro de este el comité permanente, que es el órgano auténtico de la soberanía donde se concentra el poder y se toman todas las decisiones de Estado, bajo la presidencia del número uno.
De hecho solo quedaban dos grandes incógnitas. Una eran los nombres definitivos de los siete hombres más poderosos de China que conforman el Comité Permanente del Politburó y la otra saber si Hu Jintao, secretario general hasta el miércoles, abandonaba la presidencia de la Comisión Militar y le pasaba directamente el testigo a Xi Jinping o se mantenía durante dos años más en el cargo como ya hizo Jiang Zemin cuando la anterior ocasión sucesoria, en el 16 Congreso celebrado en 2002.
Ambas incógnitas se han resuelto según decían las quinielas más acreditadas, que daban por hecha una victoria en toda regla de la tendencia dinástica y más liberal de Jiang Zemin sobre la tendencia funcionarial y más estatalista de Hu Jintao. Xi Jinping pertenece a la primera, mientras que Li Keqiang, el número dos pertenece a la segunda.
China tiene sus 400 familias, como casi todos los países, pero en su caso se trata de los descendientes de los compañeros de Mao Zedong, los revolucionarios que fundaron la República Popular, hombres y mujeres perfectamente preparados, con estudios en Estados Unidos y en Europa, experiencia profesional y empresarial en multinacionales, que se han enriquecido hasta límites increíbles gracias a sus numerosas palancas políticas y han empezado a adoptar también hábitos y costumbres de las familias más ricas del planeta.
Estos son los vencedores del 18 Congreso, tras lo que algunos consideran los diez años perdidos de Hu Jintao, sin suficientes reformas y con acumulación de conflictos y problemas en todos los niveles de la sociedad. Tienen una amplia mayoría en el Comité Permanente, cinco de siete, y colocan a su máximo representante en la cúpula del partido y del Estado. Y, sobre todo, su líder Xi Jinping es desde ahora mismo el comandante en jefe que tratará de tu a tú al otro comandante en jefe del otro lado del Pacífico.
La clave última del poder es la Comisión Militar. Deng Xiaoping, que nunca fue secretario general ni presidente, pero fue el líder máximo y efectivo, presidía la Comisión Militar. Jiang Zemin, que le sucedió, no quiso soltar esta presidencia durante dos años después de la sucesión en la cúpula del partido y ya se ha visto ahora que sigue siendo el hombre fuerte en la sombra. Por eso Xi Jinping, que tiene su confianza y la de los ancianos y sus familias, ha tomado ya directamente las riendas del poder duro de un ejército que es, con sus 2?2 millones de soldados en activo, el más grande del mundo.