Lluís Bassets
El columnismo castizo insulta como respira.
No vuelca todo su ingenio en entender lo que sucede sino en averiguar qué es lo que más ofenderá a sus adversarios.
Las palmas del tendido, los espaldarazos de la barra de bar y el palmeo del tablao, esos son sus poderes. Sin ellos nada osaría. El faltón quiere ser el artista admirado por una pandilla de golfos, que son los que le encumbran.
A veces se atraganta con uno de sus improperios y le da un ataque de tos que le deja débil y exhausto como a un convaleciente. En ocasiones como estas se ve obligado a cuidar sus espaldas, porque es larga la cola de los aspirantes que optan a sustituirle.