Lluís Bassets
No sabía escribir sin marinar sus frases de adjetivos. Luego un amigo le recomendaba que los quitara. Pero le quedaba un texto en los huesos que no servía para nada.
Después de publicar su columna, se sienten tan aliviados de adjetivos que pueden empezar de nuevo en las tertulias con sus gamas de adjetivos nuevos para cargar la columna del día siguiente.
Adjetivar es un peligroso ejercicio para la mente. Produce lesiones irreversibles como sucede con ciertos lances de cualquier deporte. Se trata de lesiones muy curiosas, que conducen a simplificar los movimientos mentales, de forma que al final la propia capacidad de adjetivar queda reducida a dos o tres imprecaciones.
Los adjetivadores más impenitentes se arriesgan a terminar en un asilo blasfemando por los pasillos y recuperando el lenguaje escatológico y obsceno de su infancia.