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A dos días del cambio

Por 19 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Lluís Bassets

Dos días de Bush y Cheney, todavía. La pesadilla, por fin, está terminando, ya termina. Sin ellos, sin la carta blanca a Sharon primero y a Olmert después, la guerra de Gaza no habría tenido lugar. El castigo ha quedado ahora congelado: el balance alcanzará por el momento a uno de cada mil habitantes. El fusilamiento de soldados franceses  amotinados en la Primera Guerra Mundial era más intenso: uno de cada diez, pero el castigo colectivo era el mismo. Sin contar con los heridos, los damnificados, los huérfanos, los desatendidos… Obama podrá tomar posesión el martes sin que vayan goteando noticias de muerte originadas en Oriente Próximo. De momento. Es muy fácil que se reanuden al poco tiempo, antes de que los nuevos estén bien instalados en el Gobierno de Washington.

El gobierno de Israel tiene motivos para la satisfacción: ha restituido la capacidad amenazadora de su ejército, temido de nuevo por todos, incluidos los aliados. Me llegan noticias de la capital americana sobre los desperfectos producidos: en las propias filas de Bush hay espanto y disgusto. La Autoridad Palestina ha quedado seriamente tocada. Hamas ha perdido milicianos y cuadros, sus estructuras de gobierno y de asistencia han quedado seriamente disminuidas, pero no su enraizamiento en la población y su prestigio.  El enfado egipcio con Israel es colosal. Los únicos que se relamen silenciosamente son los iraníes: una guerrilla sunní como Hamas les coloca en mejor posición para convertirse ahora en interlocutor.

Si el prestigio militar de Israel cotiza de nuevo, es evidente lo que ha sucedido con su imagen civil. Esta ecuación prefigura el futuro que poco a poco va eligiendo la ciudadanía judía de Israel, con la grave y cada vez más desgarrada disidencia de su 1’3 millón de ciudadanos árabes: la de un país militarizado que sólo mantiene la estabilidad mediante la guerra permanente. El sueño de un Israel en paz, con fronteras seguras, reconocido por sus vecinos, que se convierte incluso en agente de prosperidad y de democratización de la región, lo que se diseño en Oslo, se halla cada vez más lejos.

La esperanza está a orillas de Potomac, donde todo está preparado para la escenificación del cambio. Grandes esperanzas, como la novela de Dickens, en los titulares de muchos artículos y medios de comunicación. Será un gran espectáculo, un momento cargado de emoción y gravedad histórica. Como todas las inauguraciones presidenciales, pero esta vez todavía más. Así es el escenario global de nuestro mundo compartido, cada vez más pequeño pero igualmente ancho y variado: en la capital, los aires de un cambio dramático, lleno de tensión entre el disgusto ante el actual Gobierno y las enormes expectativas del que va a instalarse; en la franja de Gaza, la tragedia de dolor y de sangre, la destrucción y el horror.  Desconectados por unas horas ambos ámbitos, gracias a esa tregua extraña, más cerca de un respiro en una cacería que de una paz deseada y eficaz.

Quien quiera saber más sobre el equipo de Obama tienen en esta dirección del suplemento semanal de The New York Times la oportunidad de leer en los rostros de quienes lo conforman, en un excelente reportaje de Nadav Kander, un magnífico fotógrafo que ha trabajado en Washington en la misma línea de los retratos de Avedon sobre los que también he escrito en este blog. En cuanto a Gaza, han llegado ya muchas y desgarradoras imágenes, pero me temo que lo peor puede estar todavía por llegar.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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