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Tapies en Manhattan

Por 7 de febrero de 2012 Sin comentarios

Julio Ortega

 

Uno se encontraba con Tapies sin buscarlo, como si la idea de la serie que distingue a su obra fuese una pregunta por la mirada. El espectador casual se convertía, así, en oficiante de un arte hecho para explorar la materia contemplada. El diálogo con Tapies está incontaminado por las palabras. Postula la intimidad de la mirada y la pura fluidez del mundo.

En una época dejaba flotando a la deriva una letra. En otra, sus muros descubrían una grafía transitoria, sumida en el vértigo dramático de la textura.

Otra vez, en el MOMA, vi la muestra de sus libros-objeto, inmensos y densos ejemplares únicos, hechos para albergar al lenguaje, tratado como poética de la grafía. Me acuerdo de un tomo de Pere Gimferrer cuya tapa herrosa parecía la puerta salvada del Castillo incendiado. Tapies cultivó esos encuentros con la poesía. Con José-Miguel Ullán debe haber tenido una afinidad inmediata, dado el riesgo y la libertad del lenguaje gráfico del poeta. Al final, el silencio parece una fe extrema en las palabras. De pronto, uno cree entender que en cada cuadro hay una declaración de principios.

Seguramente por eso su Museo en Barcelona es, más bien, un taller. Menos que didáctico (su lección es  substraer), y más que de seguidores (lo dijo todo en sus términos), se trata de la idea del Taller, de la inventiva de recomenzar. Nos ha acompañado el ardimiento de su obra como el fuego recobrado. Uno cree ver al arte y al artista salvando de la miseria histórica una forma del sentido. 

También por eso, al pie de una muestra suya, diversificada en formatos y variaciones, uno necesitaba apurar algunas notas. Es improbable reproducir el lenguaje de Tapies, y  no es casual que algunos poetas hayan rendido homenaje a esa provocación. Las notas que hice en una de sus exhibiciones en el MOMA se las pasé a Ramón Xirau, quien las publicó en Diálogos, que fue el mejor nombre para una revista de soliloquios subrayados por el exilio. Las copio, salvando algún énfasis, en tributo y gratitud.

 

T en M

I

Grisura del blanco: negro

Corroído por la luz.

Teoría de ver en lo oscuro

Más claro: muro.

II

Más que exceso, menos

Que irrisión, la materia

Es pura arbitrariedad.

Mofología: ironía

Del objeto sin fin.

III

Hipótesis de la mancha,

La traza, el granulado,

Como el blanco acumulado

Que la mirada resta

Del sumo mundo.

IV

No es el mundo lo que

Se pierde: nos inunda

Su no mirado muro.

Tesis de la visión

Creada por su objeto.

V

¿Quién ha quemado estos signos

De tierra roja? La intemperie,

Historia viva de las cosas

Que perdieron el nombre.

VI

Nada a la mano: no hay

Nada detrás, sólo el envés

Posterior al sentido.

Rastro, resto, sutura.

Su pintura es heroica.

 

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Julio Ortega

Julio Ortega, Perú, 1942. Después de estudiar Literatura en la Universidad Católica, en Lima,  y publicar su primer libro de crítica,  La contemplación y la fiesta (1968), dedicado al "boom" de la novela latinoamericana, emigró a Estados Unidos invitado como profesor visitante por las Universidades de Pittsburgh y Yale. Vivió en Barcelona (1971-73) como traductor y editor. Volvió de profesor a la Universidad de Texas, Austin, donde en 1978 fue nombrado catedrático de literatura latinoamericana. Lo fue también en la Universidad de Brandeis y desde 1989 lo es en la Universidad de Brown, donde ha sido director del Departamento de Estudios Hispánico y actualmente es director del Proyecto Transatlántico. Ha sido profesor visitante en Harvard, NYU,  Granada y Las Palmas, y ocupó la cátedra Simón Bolívar de la Universidad de Cambridge. Es miembro de las academias de la lengua de Perú, Venezuela, Puerto Rico y Nicaragua. Ha recibido la condecoración Andrés Bello del gobierno de Venezuela en 1998 y es doctor honorario por las universidades del Santa y Los Angeles, Perú, y la Universidad Americana de Nicaragua. Consejero de las cátedras Julio Cortázar (Guadajara, México), Alfonso Reyes (TEC, Monterrey), Roberto Bolaño (Universidad Diego Portales, Chile) y Jesús de Polanco (Universidad Autónoma de Madrid/Fundación Santillana). Dirije las series Aula Atlántica en el Fondo de Cultura Económica, EntreMares en la Editorial Veracruzana, y Nuevos Hispanismos en Iberoamericana-Vervuert.  Ha obtenido los premios Rulfo de cuento (París), Bizoc de novela breve (Mallorca), Casa de América de ensayo (Madrid) y el COPE de cuento (Lima). De su crítica ha dicho Octavio Paz:"Ortega practica el mejor rigor crítico: el rigor generoso."

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