Julio Ortega
Uno se encontraba con Tapies sin buscarlo, como si la idea de la serie que distingue a su obra fuese una pregunta por la mirada. El espectador casual se convertía, así, en oficiante de un arte hecho para explorar la materia contemplada. El diálogo con Tapies está incontaminado por las palabras. Postula la intimidad de la mirada y la pura fluidez del mundo.
En una época dejaba flotando a la deriva una letra. En otra, sus muros descubrían una grafía transitoria, sumida en el vértigo dramático de la textura.
Otra vez, en el MOMA, vi la muestra de sus libros-objeto, inmensos y densos ejemplares únicos, hechos para albergar al lenguaje, tratado como poética de la grafía. Me acuerdo de un tomo de Pere Gimferrer cuya tapa herrosa parecía la puerta salvada del Castillo incendiado. Tapies cultivó esos encuentros con la poesía. Con José-Miguel Ullán debe haber tenido una afinidad inmediata, dado el riesgo y la libertad del lenguaje gráfico del poeta. Al final, el silencio parece una fe extrema en las palabras. De pronto, uno cree entender que en cada cuadro hay una declaración de principios.
Seguramente por eso su Museo en Barcelona es, más bien, un taller. Menos que didáctico (su lección es substraer), y más que de seguidores (lo dijo todo en sus términos), se trata de la idea del Taller, de la inventiva de recomenzar. Nos ha acompañado el ardimiento de su obra como el fuego recobrado. Uno cree ver al arte y al artista salvando de la miseria histórica una forma del sentido.
También por eso, al pie de una muestra suya, diversificada en formatos y variaciones, uno necesitaba apurar algunas notas. Es improbable reproducir el lenguaje de Tapies, y no es casual que algunos poetas hayan rendido homenaje a esa provocación. Las notas que hice en una de sus exhibiciones en el MOMA se las pasé a Ramón Xirau, quien las publicó en Diálogos, que fue el mejor nombre para una revista de soliloquios subrayados por el exilio. Las copio, salvando algún énfasis, en tributo y gratitud.
T en M
I
Grisura del blanco: negro
Corroído por la luz.
Teoría de ver en lo oscuro
Más claro: muro.
II
Más que exceso, menos
Que irrisión, la materia
Es pura arbitrariedad.
Mofología: ironía
Del objeto sin fin.
III
Hipótesis de la mancha,
La traza, el granulado,
Como el blanco acumulado
Que la mirada resta
Del sumo mundo.
IV
No es el mundo lo que
Se pierde: nos inunda
Su no mirado muro.
Tesis de la visión
Creada por su objeto.
V
¿Quién ha quemado estos signos
De tierra roja? La intemperie,
Historia viva de las cosas
Que perdieron el nombre.
VI
Nada a la mano: no hay
Nada detrás, sólo el envés
Posterior al sentido.
Rastro, resto, sutura.
Su pintura es heroica.