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Blogs de autor

Las voces a ellas debidas, 6

Por 3 de julio de 2019 Sin comentarios

Julio Ortega

 

 

 

María Auxiliadora Alvarez (Caracas, 1956). El silencio El lugar. Madrid, Del Centro Editores, 2018. 

 

 

      Siempre me ha intrigado el exilio de los poetas venezolanos, ese costo del habla en cuya promesa vivían, mientras que en el extranjero no acababan de afincar porque el país originario se les acrecentaba. De modo que hoy viven y escriben desde la conversación que habitan. Juan Sánchez Peláez vivía en una tertulia deshilvanada, donde cada frase terminaba en pregunta, Guillermo Sucre nunca respondió una carta y mucho menos una llamada; me temo que encontraba sobrevalorada la conversación. Amaba a Borges pero no le perdonó haber escrito casi demasiado. Logró olvidar a los amigos, prescindir del diálogo, y dejó de publicar. 
 

        María Auxiliadora Alvarez, en cambio, vive rodeada del inglés, lo que le permite la gran libertad de pulir el canto como cifra de una edad del habla dorada, cuando todos los poetas creían en la palabra justa y en la justicia poética. En este claro, terso, intenso ciclo de versos rodeados de espacio y silencio,  como si la página nos citara al diálogo de asombros mutuos, los versos flotan en esa nada que vencen, arribando de lejos y quedándose en la página como conjuros en los que el mundo y el lenguaje intercambian nombres como tributos:
 

        Pero tú

                        (ave de memoria)

                                                remontas la mirada:

        bordeando

        las altas del paisaje ramas

        y las claras del verano nubes

        

        Al final, la poeta no sólo acendra la escritura sino que recupera el habla, que late en la página como otra demanda,  estoica y elegíaca, que pone a prueba los nombres en su clara lucidez.
 

        Notable canto del exilio venezolano. que trabaja a favor del silencio, y nombra el luto profundo como un paisaje sostenido por las palabras justas.

        Su obra es una hoja de ruta, páginas salvadas y voces devueltas que nos aguardan y hospedan.
 

        María Auxiliadora Alvarez tendrá siempre la palabra. Contamos con ella, con el alba que oficia:
 

                       soy el lazarillo

                       de una pupila

                       incompetente:

                       ora subyugada (seca)

                       ora subyugante (viva)
 

Y el tiempo es una resta, de temblor y luto por su país perdido:
 

                        pájaros cayendo

                        hacen la noche

 

 

 

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Julio Ortega

Julio Ortega, Perú, 1942. Después de estudiar Literatura en la Universidad Católica, en Lima,  y publicar su primer libro de crítica,  La contemplación y la fiesta (1968), dedicado al "boom" de la novela latinoamericana, emigró a Estados Unidos invitado como profesor visitante por las Universidades de Pittsburgh y Yale. Vivió en Barcelona (1971-73) como traductor y editor. Volvió de profesor a la Universidad de Texas, Austin, donde en 1978 fue nombrado catedrático de literatura latinoamericana. Lo fue también en la Universidad de Brandeis y desde 1989 lo es en la Universidad de Brown, donde ha sido director del Departamento de Estudios Hispánico y actualmente es director del Proyecto Transatlántico. Ha sido profesor visitante en Harvard, NYU,  Granada y Las Palmas, y ocupó la cátedra Simón Bolívar de la Universidad de Cambridge. Es miembro de las academias de la lengua de Perú, Venezuela, Puerto Rico y Nicaragua. Ha recibido la condecoración Andrés Bello del gobierno de Venezuela en 1998 y es doctor honorario por las universidades del Santa y Los Angeles, Perú, y la Universidad Americana de Nicaragua. Consejero de las cátedras Julio Cortázar (Guadajara, México), Alfonso Reyes (TEC, Monterrey), Roberto Bolaño (Universidad Diego Portales, Chile) y Jesús de Polanco (Universidad Autónoma de Madrid/Fundación Santillana). Dirije las series Aula Atlántica en el Fondo de Cultura Económica, EntreMares en la Editorial Veracruzana, y Nuevos Hispanismos en Iberoamericana-Vervuert.  Ha obtenido los premios Rulfo de cuento (París), Bizoc de novela breve (Mallorca), Casa de América de ensayo (Madrid) y el COPE de cuento (Lima). De su crítica ha dicho Octavio Paz:"Ortega practica el mejor rigor crítico: el rigor generoso."

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