Francisco Ferrer Lerín
Es sabido que en X los suicidios ocurren de tres en tres. Esta semana el primero de los suicidas era un viejo conocido de mi familia, de niño chapoteaba en la alberca de la finca de mi abuela Carmen y ya entonces apuntaba maneras de hombre de acción. El segundo pertenecía a la comparsa cristiana, recientemente había participado en el “boato del capitán” y se le consideraba cercano a los movimientos de recuperación de las fórmulas primigenias del “nugolet” y el “puchero con pelotas”. Del tercero se sabe muy poco, hay quien insinúa que no era de aquí, que quizá fuera negro o rumano, lo que abre un acalorado debate acerca de la intrusión de gentes extrañas en nuestras más arraigadas tradiciones.