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Vivir en otros mundos vidas nuevas

Por 23 de julio de 2007 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Las estaba espiando con suma cautela. Simulaba leer el diario, pero la verdad es que ponía toda mi atención en la conversación que tenía lugar en la mesa contigua, a mi espalda. Cuatro mujeres conversaban animadamente sin conciencia de estar siendo escuchadas. "Claro, ellos no pueden saber que el niño no es deforme. Ellos creen de verdad que es deforme. Tiene la cabeza muy grande y se le cae, no puede sostenerla. Este es el problema, que para ellos es deforme, cuando lo que sucede es que solo es distinto. No deforme, distinto".

Interviene una muchacha más joven y algo atolondrada: "Tampoco la dejaban salir a cazar, porque las mujeres de esa gente no pueden tocar las armas. Si tocan un arma, bueno, es que las matan. Pero ella se entrena en secreto y para cuando se dan cuenta ya es la mejor cazadora del clan y les da ciento y vuelta a los cazadores machos. Y eso, es que no lo pueden soportar". De nuevo la primera: "Así que es ella la que va rompiendo las tradiciones del clan, una tras otra, sin querer, porque ella es diferente, claro, pero además va superando todos los castigos y cuanto más cerca están de matarla, mayor es la transgresión que acaba imponiendo la tía".

Durante un rato he creído que hablaban de una experiencia propia (¿niña adoptada?), o sobre la familia de algún inmigrante (¿ablaciones?), tanta era la pasión que ponían en el asunto. Hasta que una frase ilumina mi memoria. La más joven dice: "¡Porque su tótem es el león cavernario, que es un tótem masculino!" Recuerdo de golpe la novela, uno de esos superventas profesionales, eficaces, que narra las aventuras de una niña cro-magnon recogida y criada por un clan de neandertales.

Me asombra el hechizo de la literatura. Me emociona que mantenga intacta su fuerza mágica desde hace siglos. ¡Cómo multiplica nuestras vidas! Estas chicas han pasado una semana de vacaciones en el neolítico y ahora se lo cuentan a todo quisque como si regresaran de Marruecos. Están más familiarizadas con los neandertales que con los gallegos. ¡Qué bendición, qué milagro, qué gloria!

Artículo publicado en: El Periódico, 21 de julio de 2007.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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