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Patrañas

Por 11 de enero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

¿Será cierto que vuelve a ser necesaria la “lucha contra el infame” que popularizó Voltaire? Durante el último medio siglo, el regreso de las fábulas religiosas y políticas (placebos para mitigar el miedo y la desesperación) parece imposible de detener y se multiplica a velocidad de rata.
En su Tratado de ateología (Anagrama), Michel Onfray propone la relectura de Kant y en especial de su célebre opúsculo ¿Qué es la Ilustración? para percatarse de que el proyecto kantiano de salvar a los humanos de la minoría de edad es más urgente que nunca. Ni una sola de las metas propuestas en este escrito de 1784 se ha alcanzado. Y a veces olvidamos que sin los valores de la razón ilustrada la democracia es un fraude.
No son únicamente los movimientos fundamentalistas de los EEUU o del Islam, los que dominan o agreden a la mayoría de la población mundial, son también las doctrinas totalitarias emergentes, los etnicismos, los mitos de la tierra, de la sangre, de la lengua, los nacionalismos, los que están arrasando la razón común con la colaboración de unos medios de masas que han encontrado en ellos el filón para llenar millones de horas de programación que ya no admitían más deportes o marranadas sentimentales.
El sentido común, la razón, la ilustración, vuelven a ser bienes escasos y de combate contra el oscurantismo y la superstición, como antes de la Revolución Francesa. En esta nueva batalla del entendimiento contra los delirios de la fantasía, no hay izquierdas ni derechas. A un lado están los soldados de Dios, de la Patria, del Amo, muchas veces con la pretensión de ser “de izquierdas”. Al otro quienes combaten las mentiras envueltas en banderas y perfumadas con incienso.
Que las últimas superventas de librería sean narraciones místico-históricas como el Código Da Vinci nos hace añorar aquellas novelas comerciales pero descreídas, escépticas, implacables e irónicas que se llamaban “novela negra”. ¡Quién pillara un Chandler o un Hammett de nuestros días!

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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