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Pasión

Por 12 de abril de 2016 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Si en lugar de leerla, la ves, te percatas de que La Celestina es una obra salvaje. Apretada en dos horas y media, servida por cuerpos que subrayan la violencia del texto, produce temor y temblor. El esquema es aún de vieja religión: una pareja de jóvenes ricos se retuerce como lombrices al sol, asfixiados por su deseo sexual, en tanto que los sirvientes copulan como mandriles sin estorbo alguno. La diferencia de clase es lo que produce agobio, dolor e impotencia en la pareja rica que no puede fornicar, en tanto que el servicio lo hace con todo el afán, mientras roba, canta, baila y finalmente asesina. Hay un resto medieval en este planteamiento, una Danza de la Muerte adaptada a un renacimiento nihilista. Un antepasado de Shakespeare más cerca del gótico que del barroco.

La condena cae, empero, sobre todos los fornicadores. El joven se despeña por accidente tras una de sus citas con Melibea, la cual se suicida al saberlo. Los sirvientes matan a Celestina para robarle y luego son decapitados por los alguaciles. La muerte es la inevitable compañera del gozo sexual y de la riqueza.

El turbador personaje de Celestina carga con todo el peso de la obra. La alcahueta es una creación inmensa y exige un actor tan considerable como José Luis Gómez para hacerla, no sólo verosímil, sino también conmovedora. La vieja miserable que busca mejorar su sórdido retiro es un Eros rapaz, arrugado, miserable, de secarral, que busca su lucro, pero también el placer del cliente. No hay consuelo en esta sublime tragicomedia. El lamento del padre ante el cadáver de Melibea concluye: "¿Por qué me has dejado triste y solo en este valle de lágrimas?". La respuesta sería: "Porque es de ley que toda pasión conlleve su muerte, padre mío". Pero no hay respuesta.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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