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Para los elegidos que sobrevivan

Por 17 de marzo de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Las elecciones (a las que Shakespeare denomina indefectible "la fiesta de la democracia"), son muy agradables una vez han concluido. Siendo así que los políticos son irresponsables y hacen lo que les pasa por la boina según el horóscopo del día, sólo sudan tinta después de las elecciones. No porque la ciudadanía logre quitarse de encima a los más chinches, sino porque entonces comienzan a atizarse entre ellos y es una delicia.

Transcurrida una semana ya vemos a Carod y a su colega zurrándose en el patio mientras el cura mira hacia otro lado. ¿Quién de los dos acabará en Casablanca regentando un bar de tapas? ¿Y Llamazares, un hombre preparado para acabar con los Romanov y que a duras penas si ha salvado una colonia de batracios? Los espectros de Bujarin y Beria afilan navajas siberianas. No se salva ni el pobre Rajoy, ese señor que parece salido de unas elecciones de don Antonio Maura, y que recibe licores de dátil con un leve aroma Cesar Borgia. Por no hablar del así llamado "nuevo equipo de Zapatero", ergástulas que se abren con chirrido espantoso para dejar escapar un alma disecada, una faz lívida, un cráneo desdentado. ¡Ay, Montilla, qué días te esperan!

Moraleja para los elegidos: Me acerqué a la estación de Ginebra. Quería comprar un billete a Vals, en los Grisones. Está en el otro extremo del país, hay que hacer cinco transbordos, no acabas en mula porque están protegidas. El empleado me ayudó con los horarios, los cambios de tren, las estaciones, los andenes, las lenguas. Al pagar me preguntó si tenía "tarjeta de media tarifa". Al ver mi cara de idiota me entregó unos papeles para que los rellenara y les pegara una foto. Así lo hice y al día siguiente me devolvió la mitad del dinero del billete que había pagado el día anterior. Suiza es una república de ciudadanos, no de súbditos. Los políticos y los jefes de la administración ayudan a la gente. Los empleados no cobran por jorobarte. ¿Qué tal unas becas de estudio en Suiza para los nuevos Césares? ¿Cursillos sobre la diferencia entre república y aparatchik

Artículo publicado en: El Periódico, marzo de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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