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Palabra de viajero

Por 28 de agosto de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

La invitación a tomar en serio a Humboldt que propuse los días 11 y 14 de agosto, ha tenido respuesta, bendito sea Dios. Uno de mis alumnos de Arquitectura, el joven Ion, aprovechó las vacaciones para convertirse en esquilador de ovejas y recorrer buena parte de Navarra como asistente de un honrado profesional. Ha tenido la amabilidad de compartir conmigo su aprendizaje. No, no me ha trasquilado, aunque buena falta me hace, sino que me ha transcrito su cuaderno de campo.

Ya sólo quedan tres grupos de quince esquiladores cada uno para el conjunto de la comunidad foral. Antes fueron centenares y todos gitanos. El caso es que Ion ha podido trabajar con uno de los pocos independientes que quedan, un esquilador de los que van de pueblo en pueblo ofreciendo sus servicios, hombre rápido con las tijeras y de una acreditada eficacia, el Clint Eastwood de la cabaña ovina.

Pongo ipso facto a disposición de los amigos algunas de sus enseñanzas más notables, empezando por las palabras, que nos enriquecen de modo inmediato.

Así, por ejemplo, no haya confusión, la verija es la zona que rodea el rabo del bicho y es por donde se le sujeta para dar las últimas pasadas. No es tan sólo “las partes pudendas”, como dice el DRAE, sino algo de mayor consistencia y de uso técnico imprescindible. Lo cual hace que una expresión como: “¡Te voy a coger por la verija!” carezca de cualquier connotación de obscenidad. Se puede decir con toda tranquilidad cada vez que se desee controlar alguna cosa. “A ver si lo coges por la verija de una vez” puede decirle el maestro al alumno que no acaba de entender lo de los logaritmos.

El mardano modorro es un macho que de repente se pone a dar vueltas sobre sí mismo, “con la cabeza girada a lo exorcista”, dice Ion, hasta que cae al suelo y comienza a patear. Lo más frecuente son las ovejas modorras, pero un mardano modorro es algo excepcional, supremo. Estos ataques de locura no tienen arreglo, de modo que el animal ha de ser sacrificado. Muchos pastores ocultan que han tenido algún modorro o modorra entre los suyos porque los funcionarios de sanidad se pueden incautar del rebaño entero si son un poco bordes.

Obsérvese que cada uno de estos términos permite una aplicación metafórica inmediata. Nada más frecuente en las Cortes españolas que el típico diputado con ataque de histeria y espumarajo bucal (oveja modorra), pero se da a veces el ejemplar excepcional que arma un cristo de aquí te espero y al que los periodistas bien podrían calificar de “mardano modorro”, evitando de ese modo los topicazos usuales de “escandaloso”, “chillón” o “filibustero”. Lo propongo sin mucha fe en los periodistas, pero que por mí no quede.

A veces la palabra por sí sola ya es un poema, así el moreno es un puñado de ceniza que se emplasta en la herida, si la oveja ha salido cortada del esquilo. Con ello se consigue que la llaga seque rápidamente y que no se llene de gusanos. El DRAE sólo da como definición: “el morenillo del esquilador”. ¡Qué daño ha hecho García Lorca!

Si alguien recorta en exceso a una oveja la ha sollado, así que puede decirse de muchos chavales que “van sollados como ovejas”, o que van simplemente “sollados”, en lugar de usar el extranjerizante skin head o el inconveniente “cabeza rapada” que parece señalar a un huérfano de la guerra civil. “Un grupo de sollados le partió la cara a un pacífico viandante”, a mí me suena bien.

La chapa con el número de registro que cada oveja lleva clavada en la oreja es el crotal. De nuevo una ocasión para enriquecer el vocabulario de los guionistas de TV cuando sale un tío con piercing: “¡Vaya crotal que te han clavao, macho!”, es una solución elegante. Por cierto que al macho de cabra capado se le llama ilasco, pero Ion no ha podido averiguar si va con o sin hache. Lo dejo aquí abierto.

Sólo se traba a la oveja con cuerdas de lana cuando se esquila a tijera, cosa ya poco frecuente, pero inevitable cuando se encalla la máquina o si se produce un corte de fluido. Con las actuales tijeras eléctricas, en dos horas te has trasquilado cuarenta ovejas. Claro que estamos hablando de buenas ovejas, o sea, parideras, de lana fuerte y esponjosa. Las malas, las recién paridas, tienen una lana sucia y deshilachada que se engancha en el peine y da muchísimo trabajo. Empleo: en las carreras de Fórmula Uno con lluvia y demás obstáculos el locutor puede decir algo así como: “Fernando Alonso tiene grandes dificultades con sus Michelin en el circuito húngaro, quizás debería probar unos mixtos, tal y como va ahora es como si trasquilara ovejas recién paridas”. ¡Qué nivel!

Hay mucho más en el cuaderno de Ion, pero por hoy es suficiente. Sólo deseaba celebrar que aún quede gente capaz de viajar en serio y de descubrir aspectos olvidados o desconocidos de la experiencia común sin necesidad de irse a Tailandia. Y, por supuesto, capaces también de regresar para contarlo.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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