Jean-François Fogel
Dicho y hecho: vamos a revisar la lista de los autores iberoamericanos traducidos al francés para la “rentrée littéraire”:
ARGENTINA
La ciudad de los herejes, de Federico Andahazi (Eloïse d’Ormesson)
Mantra, de Rodrigo Fresán (Passage du Nord-ouest)
CHILE
El albergue de las mujeres tristes, de Marcela Serrano (Eloïse d’Ormesson)
COLOMBIA
La multitud errante, de Laura Restrepo (Calmann-Lévy)
La descendance, de Jack Michonick (Eloïse d’Ormesson)
CUBA
La neblina del ayer, de Leonardo Padura (Métalié)
ESPAÑA
La velocidad de la luz, de Javier Cercas (Actes Sud)
El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio (Bartillat)
El hombre que inventó Manhattan, de Ray Loriga (Les Allusifs)
La recta intención, de Andrés Barba (Bourgois)
La hermana de Katia, de Andrés Barba (Bourgois)
El mago, de César Aira (Bourgois)
El volante, de César Aira (Bourgois)
El mensajero de Argel, de José Carlos Llop (Jacqueline Chambon)
El placer de la cautiva, de Leopoldo Brizuela (Corti)
El desorden de tu nombre, de Juan José Millas (Galaade Editions)
A pedir de boca, de José Manuel Fajardo (Métailié)
Verdades como sueños, de Eduardo Gallarza (Phébus)
Jacobo el mutante y Perros héroes, de Mario Bellatín (Passage du Nord-ouest)
MÉXICO
Nosotros estamos muertos, de Jaime Avilés (Métailié)
PERÚ
Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa (Gallimard)
PORTUGAL
El ángel de la tempestad (Anjo da Tempestade), de Nuno Judice, (La Différence)
Violeta y la noche (Violeta e a Noite), de Urbano Tavares Rodrigues (La Différence)
Ensayo sobre la lucidez (Ensaio Sobre a Lucidez), de José Saramago (Le Seuil)
Osa mayor (Ursamaior), de Mario Claudio (Métailié)
Es obvio que la lista no es una muestra de la producción literaria sino un retrato del mercado internacional de los derechos de autor. Desde Francia, se ve el peso de unas casas editoriales que apostaron fuertemente en esta área: Bourgois, Métailié, Actes Sud, La Différence. Desde la perspectiva de los autores, el peso de España, que suministra más de la mitad de los autores, confirma la opinión de todos los escritores de América Latina que dicen vivir en la periferia de un mundo cuyo centro es España.
Cuidado con los prejuicios: la última novela de Javier Cercas no es esperada con el mismo anhelo que en el mundo hispanohablante (Soldados de Salamina tuvo una buena acogida en Francia, sin más); Juan José Millas es, por su parte, un desconocido al norte de los Pirineos, menos por los lectores de El País. Rodrigo Fresán o Laura Restrepo, cuyos apellidos son presencia normal en las librerías de América Latina, tampoco tienen trayectoria en Francia, donde es muy probable que un cliente pregunte antes de comprar sus obras si se parecen a Borges o a García Márquez.
Mario Vargas Llosa y José Saramago son autores de peso, no solo por su fama y su presencia en la prensa, sino también por las ventas de sus libros. El cubano Leonardo Padura tiene lectores que conforman un pequeño mercado. Creo que Jaime Avilés aparece en la lista por la existencia de un mercado interesado por el sandinismo: él es conocido como periodista por sus entrevistas al subcomandante Marcos.
Los títulos en castellano de las novelas en portugués de Nuno Judice y Urbano Tavares Rodrigues son aproximaciones pues no sé si existen traducciones en España. Si hay un error es culpa mía. Pero no me atreví a dar un título al libro del colombiano Jack Michonick, que por el momento no tiene título en español. La descendance (La descendencia) es el título francés de una obra escrita en castellano y que nunca fue publicada. Su autor, que vive en Israel, relató la historia de tres amigos que emigran de Rusia. Dos van a Colombia, uno va a Israel. La historia abarca más de treinta años. Michonick se cansó de buscar un editor en español, dice su editor francés, y se dedicó a vender su manuscrito para traducción directa sin publicación previa. Es algo imposible, pero sucedió. Lo que quiere decir que las reglas del mercado internacional de los derechos de autor no rigen todo.