Skip to main content
Blogs de autor

Nueva consideración de los insectos

Por 2 de agosto de 2010 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Una amiga me prestó las voluminosas memorias de Bernd Heinrich tituladas The Snoring Bird: My family’s journey through a century of biology, en las que, en efecto, se cuenta la historia de una familia de zoólogos durante más de un siglo. Dos generaciones de Heinrich, linaje de origen germano-polaco originario de una zona de la Prusia Oriental que a principios del siglo XX pertenecía a Polonia, se dedicaron como profesionales a la búsqueda de nuevas especies vivientes, tanto en Europa como en Asia, América y África. Los museos alemanes y americanos están repletos de ejemplares cazados y disecados por los Heinrich.

Por razones comerciales el grueso de su trabajo estuvo dedicado a los pájaros y los pequeños mamíferos, pero la pasión familiar predominante (y de la que son autoridad mundial) eran unos insectos llamados en inglés Ichneumon (no se corresponde con el español "Icneumón" que designa a una variedad de mangosta), pequeño himenóptero parecido a la avispa de los que identificaron miles de especies que llevan su nombre latinizado. La característica más simpática de este bicho es que pone sus huevos en el cuerpo de otros insectos, de los cuales se alimentan luego las larvas. Sin embargo, el libro también podría haberse titulado: "Del naturalismo a la biología".

    Hace tiempo que insisto sobre los cambios que tuvieron lugar a mediados del siglo pasado, oscuras mutaciones que causaron lo que a mi modo de ver no puede llamarse cambio de época sino de era. Nada sabemos de "nuestra" era, excepto que es el inicio de la expansión global del dominio técnico y que ese dominio no es, en absoluto, un proyecto humano ni está bajo nuestro control. El libro de Heinrich ilustra sobre otra crisis interesante. Al describir una expedición a Tanzania en los años 1961/62 dice lo siguiente:

    "Aquella no sólo iba a ser nuestra última expedición, sino la última de las expediciones zoológicas clásicas, el final de una tradición que venía de cien años atrás a través de la época Victoriana, conducida por figuras como Darwin, Wallace, Humbolt, Audubon. Este viejo campo de trabajo estaba siendo barrido por la biología moderna. En pocos años ya no habría más pájaros por descubrir excepto mediante los nuevos métodos de análisis del ADN sobre ejemplares ya recogidos en los museos. Iba a suceder algo inimaginable: la gente dejaría de comentar y discutir el descubrimiento de nuevas especies. En cambio, ya no se hablaría de otra cosa que de la destrucción ecológica y la extinción de especies bien conocidas a escala global".

    Así pues, todavía en 1960 el mundo se veía como una extensión inacabada, una inmensa reserva de riquezas ocultas que aún podían descubrirse para aumentar nuestro saber, nuestro placer y nuestros recursos. Y de pronto, en muy pocos años, el discurso se transformó en su contrario y apareció el terror del avaro ante la pérdida de su fortuna. El mundo pasó a ser un lugar limitado y sus riquezas ya no crecían sino que menguaban. Comenzó entonces el conservacionismo a ultranza de cualquier elemento del que temiéramos su desaparición. No sólo ballenas y tortugas sino también lenguas, costumbres atávicas, edificios, fiestas arcaicas, cataluñas, escocias y flandes. Todo debe ser protegido, todo corre peligro de extinción.

    Es muy posible que ese movimiento de repliegue y temor, la indudable reacción encogida de las últimas décadas, esté justificado por una ruina verdadera que de pronto se hace patente y paraliza el ánimo explorador y aventurero, una destrucción tan general que todo el mundo corre a refugiarse en el laboratorio de su casa antes de que el hacha caiga sobre su cabeza. No obstante, la realidad de la ruina, su presencia social, no ha tenido lugar hasta 2008. Hay algo que no cuadra. ¿Cuándo comenzó el pánico y de qué manera se ha ido expandiendo?

    Es sorprendente que los más afectados por el terror sean justamente los occidentales que se supone son los más fuertes y por lo tanto quienes menos han de sufrir la destrucción. En contraste, chinos e indios no tienen la menor conciencia de estar arrasando el planeta sino que más bien se alegran como críos cada vez que incrementan en mil toneladas por segundo su producción de CO2.

¿Son ellos los peores destructores? ¿O son tan ignorantes que no tienen conciencia del destrozo? ¿O acaso la pobreza impide comprender los problemas universales? ¿O quizás creen que ahora les toca a ellos acabar la tarea de arrasamiento global? ¿O será que no tienen una disposición del ánimo que les incline al catastrofismo?

La peor de las hipótesis: que alcanzado un grado muy agudo de riqueza se produzca una contracción destructiva por autorregulación. Y que nosotros seamos los que han alcanzado ese grado suicida de riqueza que supone nuestra desaparición.

¿Somos como el macho de la Mantis que una vez ha fecundado a la hembra se deja devorar para garantizar la supervivencia del que ha de nacer? ¿O como el Ichneumon que vive del cadáver que lo acoge? ¿Y cuál es nuestro cadáver?

profile avatar

Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Obras asociadas
Close Menu