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Nuestra oculta y remota identidad

Por 18 de febrero de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

El crítico Robert Hughes dedica la primera parte de su extensa autobiografía, más de la mitad del libro, a su infancia y juventud australianas, años decisivos para la formación intelectual. El lector asiste estupefacto a una vida en los antípodas, lugar rotundamente alejado e incluso opuesto al nuestro. Descritos con agudeza los ámbitos familiar, social, educativo, religioso y político de la ciudad de Sidney durante los años sesenta, al cabo de sus páginas el lector honrado no tiene más remedio que aceptar una constatación lamentable. Nosotros, los niños y jóvenes de la Barcelona de los años sesenta, éramos, en realidad, australianos. Una fea conjuración quiere hacernos creer que éramos catalanes, cuando en verdad, debemos confesarlo, éramos australianos.

No hay ni un solo elemento en la vida de Hughes que señale alguna diferencia relevante entre Sidney y Barcelona, como no sean ciertos simios y reptiles en extinción. De niño descubrió como nosotros playas y montes, de joven pasó por iguales tribulaciones en el colegio, empezó a leer en serio gracias al mismo cura heterodoxo que nos ayudó a nosotros, y sus amigos eran los que teníamos por aquí, en la calle Muntaner. /upload/fotos/blogs_entradas/barcelona_the_great_enchantress_med.jpgTodo idéntico. Por supuesto la burguesía australiana era, en realidad, catalana: gente obsesionada por un triste pasado de convictos y perdedores, dividida entre anglófilos y nacionalistas, con gran antipatía hacia la abundante población inmigrante, en fin, la típica sociedad dominada por políticos mediocres al servicio de millonarios inmorales y de una incultura abismal. La identidad, la célebre identidad tan buscada por la gente agobiada, estaba, sin ellos saberlo, en Sidney y al alcance de la mano.

El título de la autobiografía, Things I didn’t know, define acertadamente esa identidad y todas las otras. Lo traduzco porque el inglés, aunque pronto lo será, no es todavía la lengua propia de Cataluña: "Algunas cosas sobre las que no tenía yo ni la más remota idea". Como era de esperar, Robert Hughes es, además, el autor de la mejor monografía sobre Barcelona.

Artículo publicado en: El Periódico, 16 de febrero de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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