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Música celestial

Por 2 de enero de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Ayer comenzó el año, pero siendo así que no colgamos el blog los fines de semana, éste es el primer mensaje de 2006. Me gustaría dedicárselo a los músicos con quienes he intercambiado opiniones durante los últimos dos meses, en un foro de compositores españoles. Que es como mencionar una doble condena. No sólo españoles, sino encima compositores.
En nuestras discusiones ha salido a relucir una y otra vez la diferencia entre música “seria” y “popular”, o “superior” e “inferior”. Esta diferencia, para mi, es un espejismo. Sólo hay una música y es indivisible. Suena cuando quiere y la oímos como podemos. Su función es sencillísima: nos ayuda a comprender y a soportar, aunque las formas de esa ayuda son imprevisibles.
Decía Heidegger que para él no había música superior al tañido de las campanas en la hora del Ángelus. Y Ferlosio describía una música que arrebataba a los funcionarios árabes de Al-Andalus: el sonido de las túnicas de damasco arrastrándose por los suelos de mármol de la Alambra.
Como corroboración, quiero obsequiar a los compositores con un apunte estremecedor, una experiencia fenomenal de alguien que en plena guerra, hundido en la desesperación del desastre, recibió el consuelo de la música.

“En la radio del Hotel, una selección de la música de Blancanieves. Ruidos de fondo, parásitos. Pero cuando ha sonado la canción que conozco (y que tengo por cursi y trivial) ha sido como si una luz se encendiera en mi noche, una promesa de que todo esto acabará un día y volveré a ser humano. Ha durado unos quince compases, y se acabó”.

¿Adivináis quién lo escribió? No, no podéis adivinarlo. Era Jean-Paul Sartre, movilizado el año 1939, en sus espléndidos Carnets de la drôle de guerre. La película de Disney se había estrenado en 1938 y la canción a la que se refiere era “Un día vendrá mi príncipe azul”.
Suena cuando quiere. La oímos cuando podemos.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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