
Félix de Azúa
En las desoladas mesetas de Castilla, por sierras andaluzas cortadas a navaja, en el vientre de los bosques gallegos, acurrucados en madrigueras de las marismas ampurdanesas, los guerrilleros de la ofensiva contra el francés comenzaron el siglo XIX respirando pólvora, rumiando algarrobas, sin el menor atisbo de que iba a ser el siglo de la locomotora y el telégrafo. Vivieron en un mundo prehistórico, al borde del canibalismo. Y sin embargo aún podemos admirarles gracias a los relatos históricos o literarios que los pintan como fieras arcaicas, más próximas a Ayax y Aquiles que a los civilizados generales del ejército napoleónico a quienes combatían.
Las guerrillas aparecen en los pueblos pobres, sin ejércitos tecnificados y eficaces. En la España de Goya, el ejército regular y sus generales fueron derrotados por el invasor en una partida de mus. Los guerrilleros se convirtieron en la tortura de aquellos franceses que habían hecho una revolución para liberar a los labriegos, artesanos y demás plebeyos desangrados por la nobleza. Los guerrilleros españoles no podían creer que Napoleón quisiera rescatarlos de las sanguijuelas coronadas. Para ellos había algo previo, más cercano al animal que al humano: la jerarquía natural. De modo que hicieron imposible su propia liberación, pero crearon la primera soberanía popular española.
Como cuentan Rafael Abella y Javier Nart en su recién editado Guerrilleros (Temas de Hoy), el acoso de las partidas y el coraje de las Juntas fundó una patria común de hombres libres cuya expresión admirable fue la Constitución de Cádiz, promulgada por adolescentes. Es muy notable la proclama de la Junta catalana llamando a la liberación de España y a la rebelión de los españoles contra el invasor. Y de la junta Vasca. Y de todas las demás. La soberanía nació del sacrificio popular y el temple liberal de los jóvenes.
Tras la victoria regresó, sin embargo, la vieja Némesis hispana y el infame Fernando VII restauró la tierra de Caín y Abel. Nuestra condena se repite una y otra vez. También ahora.
Artículo publicado en: El Periódico, 10 de noviembre de 2007.