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Magistrales

Por 14 de marzo de 2017 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

En la gran exposición de la Fundación Thyssen figuran numerosas obras maestras prestadas por la Galería Nacional de Hungría, pero hay dos que emocionan a quienes tienen sentido común para la historia de España y admiran a uno de sus mejores testigos, Francisco de Goya. Su obra es inmensa e ilimitada. Comienza como un brillante ilustrador de cartones para tapiz, un pintor de escenas sencillas para la nobleza, pero acaba como profeta de la revolución modernista que no llegará hasta un siglo más tarde.

La transformación de Goya, desde la época de los cartones a la de los Disparates, tiene su noche pascaliana en la guerra contra el francés. Aquel enfrentamiento entre los invasores y un pueblo furioso fue tan cruel, sanguinario y despiadado por ambas partes como las futuras guerras mundiales en las que los civiles iban a sufrir la peor parte. Goya se sintió horrorizado y de ahí nacieron los espeluznantes grabados de los Desastres de la guerra, todavía hoy tan duros de contemplar, o más, que los de Grosz, Dix o Beckmann.

Pero además de las violaciones, latrocinios, carnicerías y salvajadas, Goya supo pintar esos momentos sublimes en los que la guerra parece suspenderse y emergen los héroes invisibles. No podía presentarlos como lo que eran, a riesgo de ser fusilado, así que los disimuló con recursos de género. De modo que La aguadora y El afilador parecen dos tipos populares, dos figuras costumbristas, cuando son, en realidad, la mujer que, jugándose la piel, daba de beber a los guerrilleros y el hombre que afilaba sus cuchillos y sables. El soberbio equilibrio de la aguadora, su aplomo, la divinizan. El afilador es también una deidad, aunque infernal. Hay que mirarlos una y otra vez, y otra vez más porque difícilmente los volveremos a ver.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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