Félix de Azúa
Me quedé enganchado en el memorable volumen de Connolly publicado por Lumen y ya comentado en este blog. Aprovechando la inercia, regresé al original.
Connolly tiene un modo de calificar muy caprichoso y astuto. Podría llamarse “calificación por cluster” y consiste en una sucesión de adjetivos que alcanzan su armonía por pura aglomeración, como en la música del siglo XX. Por ejemplo, de un amigo suyo dice que es: robust, tough, cynical, good at games, energetic and vulgar. La secuencia es efectiva: robusto, duro, cínico, buen jugador, enérgico y grosero. El cluster da una impresión sugerente del personaje gracias a ese “buen jugador” que se aparta por completo del conjunto.
Lo compruebo con Catulo, a quien sí conozco, el cual es para Connolly: cynical, romantic, passionate and bawdy. Es decir: cínico, romántico, apasionado y guarro. Bastante exacto. Obsérvese que “cínico” y “romántico” no son en absoluto armónicos. El calificativo bawdy ha caído en desuso y no es fácil de traducir; a mediados del siglo XX hacía referencia a cosas como los chistes sexuales de los cómicos procaces.
Este arte del cluster de adjetivos parece fácil, pero es endemoniado. Hice un par de experimentos con resultados nefastos. Me avergüenza copiar uno: Beckett es arenoso, rapaz, secante, tabernario y bufón. ¡Una birria!
Calificar con naturalidad es sumamente difícil, Pla era un maestro, Baroja también, pero hacerlo mediante cluster me parece tarea imposible o de gran virtuoso. Hay que tener un oído extremadamente fino para las combinaciones improbables. Connolly lo tenía. Su verso favorito era de Gérard de Nerval y dice así:
La treille oú le pampre à la rose s’allie
Es uno de los versos más intraducibles que conozco. Una azarosa confluencia de figura y música. Cualquier traducción (“La parra donde el pámpano se une con la rosa”) lo destruye, lo convierte en un lugar común algo pompier, como de colofón simbolista. Calificar adecuadamente requiere más finura de oído que buen juicio.