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Lo que se va

Por 14 de mayo de 2019 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa


Veo la desaparición de Rubalcaba con la penosa emoción que me produce el derrumbe de la aguja de Notre Dame
 

En una carta a Paul Engelmann, un inesperado Wittgenstein calderoniano le decía que nuestra vida es un sueño, sí, pero que en algunos momentos decisivos nos despertamos y podemos llegar a saber que estamos dormidos. Es una vuelta de tuerca al sueño de Segismundo. El despertar no llega con la muerte sino que acontece en vida, pero sólo en momentos supremos y a pocas personas. Por lo que sigue en la carta, yo creo que Wittgenstein se refería a sí mismo y a otros pensadores de igual calibre intelectual, como Schopenhauer, capaces de recibir en forma de luz instantánea la visión de nuestra existencia en tanto que delirio onírico. Un estado similar a la muerte, pero con imágenes que no podemos variar porque varían ellas solas. Así que, a diferencia del dolor, que es lo ajustado a los vivos, vivimos la muerte ajena (jamás la propia) como un suceso cargado de sentido a pesar de su trivialidad.

Por eso muchos hablamos ahora de Rubalcaba como en un sueño: fue un hombre inteligente y con estudios superiores, uno de aquellos socialistas íntegros que tenían una idea firme de cuál era la sociedad por la que luchaban. De ahí su destacado empeño para acabar con los asesinos vascos. Nunca habría consentido a Otegi. El siguiente sueño de los socialistas vivos, en cambio, han sido dirigentes sin usanza laboral, sin estudios, sin entereza moral, sin una idea de sociedad. Jefes solipsistas, frívolos e incapaces de despertar para constatar que están dormidos. Yo veo la desaparición de Rubalcaba con la penosa emoción que me produce el derrumbe de la aguja de Notre Dame. Desaparece algo irrepetible. La próxima aguja no será de madera, ni la construirá Viollet. Será el resultado de una lucha entre codicias y empresas. Será, posiblemente, virtual.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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