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Equinoccio

Por 26 de marzo de 2019 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

La primavera coincide con las elecciones generales, así que el ministrable también está muy agitado

 

La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido porque es que comenzó en febrero. Ya están despendoladas las oropéndolas de Trapiello en su nuevo diario, Diligencias, en el que siempre hay sutiles páginas sobre las estaciones. Él sí entiende estos fenómenos porque pasa media vida haciendo de Cincinato. Pero todos hemos de atender a los rostros del meteoro. Nada hay más importante que saber cómo está el tiempo.

Los que vivimos en ciudades debemos salir arreando hacia el parque más próximo. Aquí, en Madrid, hay un Botánico muy bueno y bien cuidado por expertos. Pero basta cualquier humilde parque para acercarse a mirar (o a dibujar, que es aún mejor) lo que hace la vegetalia. El mío está bastante bien, con su punto de descuido para distinguirlo de los parques europeos. Ahora están las fotinias con unas llamas color púrpura en la cresta como de infierno gótico, andan retrasados los carpes y los tilos, echan ya brotes los liquidámbares, hay nubes de flor blanca animadas por chupadores en los perales. No es que yo sepa de esto, es que por suerte ponen cartelas en algunas plantas. Viva la cartela.

La primavera coincide con las elecciones generales, así que el ministrable también está muy agitado. Los grandes hombres pululan por la Península como abejas sedientas de polen. El polen, claro, somos nosotros. Incluso ha regresado el Cabecilla tras tierna y delicada entrega a la infancia. Pero aún está inmaduro.

No solo los grandes, también los pequeños se alteran en primavera. Tomé un taxi y en cuanto me senté salió disparado zigzagueando entre patines, ciclos y colegas. En cada semáforo cambiaba de carril hasta llegar al punto más corto. Entonces se volvía eufórico hacia mí y gritaba alzando una mano triunfal: "¡Polposichon!". Homérico.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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