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En los días más santos del año

Por 24 de marzo de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

El filósofo G.W.F Hegel, que es el Platón de la era moderna, idolatrado o execrado, pero ineludible, escribió que la religión cristiana murió cuando Lutero puso en marcha la Reforma protestante. A partir de entonces la palabra de Dios traducida al alemán podía ser interpretada libremente por los creyentes sin ayuda de los sacerdotes, y aquellos restos de paganismo que subsistían en el catolicismo fueron borrados de los templos reformados. La religión cristiana pasaba a ser filosofía cristiana.

Eso escribió la mejor cabeza del siglo XIX, pero hoy lo constatamos sin el esfuerzo de leerle. En el sur paganizante la Semana Santa es ya como el Día de la Madre, una excusa para gastar dinero en viajes, banquetes, diversiones o saraos. En el norte reformado la santidad de la semana hace decenios que desapareció, sustituida por una referencia administrativa.

En el sur las procesiones barrocas (no sólo las españolas sino las más escalofriantes de Sicilia y Nápoles) mantienen la tortura y el asesinato del Justo como un espectáculo popular que muestra las enseñanzas de la muerte a un público más dado a las emociones que a la reflexión. En el norte es el recogimiento de las familias, allí donde aún subsisten, lo que lleva a pensar que quizás aún queda alguien en casa apesadumbrado por la crueldad de los humanos, la arrogancia de los poderosos, la vileza de la plebe y el asesinato de los inocentes justificado por el cinismo de estado. Pues esa y no otra es la historia de Jesús de Nazaret y por eso su ejecución merece ser recordada.

Lo que nadie podía prever es la unidad que se ha producido entre norte y sur gracias al arte menos material, más sutil, más intangible. En todas las ciudades de Europa, de Oslo a Cuenca, de Minsk a Lisboa, suena durante estos días alguna de las Pasiones de J.S Bach. El severo compositor alemán se quedaría estupefacto si supiera que aquella música que él escribió para ser oída una sola vez, es ahora la única celebración realmente piadosa y magnífica del asesinato del Justo en todo un continente.

Artículo publicado en: El Periódico, 22 de marzo de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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