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El don

Por 8 de marzo de 2022 Sin comentarios

Friedrich Hölderlin.

Félix de Azúa

 

Son tan malos tiempos para la poesía que lo urgente ha de ser mencionar lo que de ella va quedando. Por eso hoy escribo sólo para quienes sean capaces de interesarse por un trabajo de 640 páginas dedicado a un solo poema

Son tan malos tiempos para la poesía que lo urgente ha de ser mencionar lo que de ella va quedando. Por eso hoy escribo sólo para quienes sean capaces de interesarse por un trabajo de 640 páginas dedicado a un solo poema. Bien es verdad que se trata de uno de los más insignes de la poética europea y nos ha llegado en dos versiones porque a su autor se le quemó el cerebro mientras lo iba acabando.

Me refiero, claro está, a Pan y vino (Brod und wein) del más grande de todos los líricos, Hölderlin. Firma la traducción, el comentario verso a verso y el ensayo Félix Duque, uno de los últimos filósofos vivos que nos quedan (Abada). El asunto del poema es sencillo: el autor comienza considerando el mundo real, con su comercio y su descanso, sus calles y carruajes, para luego recordar el tiempo en que los dioses compartían la vida de los mortales. En el momento final muestra su esperanza de que una última divinidad, síntesis paradójica de Dioniso y Cristo, vuelva con nosotros. Lo escribió en 1801, cuando Napoleón destruía las monarquías europeas e instalaba en su lugar repúblicas pacíficas que Hölderlin veía como propicias para un futuro luminoso. La segunda versión data de 1802-1803 y para entonces Napoleón había mostrado ya la garra tiránica que iba a ganarle una corona imperial. Hölderlin, claramente trastornado por un viaje (a pie) que le permitió conocer el horror en las calles de París, regresó a su hogar para ser encerrado el resto de su vida, más de 30 años, en una buhardilla junto al Neckar. La segunda versión quedó rota, como su vida, por el eclipse de la esperanza. El último don, el pan y el vino, ya no eran divinos.

Este formidable doble poema bien merece que un filósofo le dedique 700 páginas, pero debe advertirse al audaz lector que su lección requiere entrega, conocimiento, pasión, entereza, y pan y vino.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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