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Dos historias

Por 19 de enero de 2016 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Si uno observa la vida entera de los humanos, tras separarnos del padre simio, puede que vea una larga línea de sucesos que se siguen el uno al otro racionalmente: del politeísmo al monoteísmo, del mundo agrícola al informático, de las monarquías a las democracias, y así sucesivamente. Es la historia según Hegel, en la que cuanto sucede no tenía más remedio que suceder. Hay víctimas colaterales, cierto, pero no cuentan para la historia. Es una historia teológica. Siberia, por ejemplo, para Hegel estaba fuera de la historia. Cuando Dostoievski lo leyó en Semipalatinsk rompió a llorar, como cuenta László Földényi en su célebre ensayo. El terrible sufrimiento, la mortal tortura que estaban soportando los condenados, no entraba en la historia, era daño colateral, inevitable para el avance progresista de la historia real.

Nuestro peregrinaje bajo el sol también se puede ver a la manera de Benjamin y entonces comparece la historia trágica. En este otro modelo, empujadas por el huracán del progreso, montañas de cadáveres se van acumulando a los pies del Ángel del Progreso, el cual avanza, pero de espaldas, horrorizado por la carnicería que va lloviendo torrencialmente ante él. Para esta otra historia, el sufrimiento de los condenados en Siberia es el único contenido de nuestra enigmática residencia en el cosmos.

Casi todos los políticos son hegelianos. ¿Qué importancia tiene el hambre, el sufrimiento, la prisión del inocente, la sumisión del pueblo a la idiotez, ante el imparable progreso ideológico de la nación, piensa Maduro? El pueblo revolucionario se satisface con canciones, prédicas televisivas, deportes viriles, o cuando llevan en sus brazos a un recién nacido, creen Maduro y sus seguidores.

Solo Merkel dejó entrar en la historia, es decir, en Alemania, a la tragedia. Un rato.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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