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Batacazo

Por 15 de febrero de 2022 Sin comentarios

Félix de Azúa

La única salida es impensable: un pacto de Estado con el PSOE para evitar que Vox gobierne, a cambio de la ruptura con los separatistas vascos y catalanes. No lo verán mis ojos

Es uno de esos raros momentos en los que el periodista le ve la gracia al oficio, cuando empieza a escribir sobre unas elecciones antes de que se abran las urnas, con la idea de entregar cuando todo haya acabado. Un viaje de dron. Empiezo a escribir el sábado y el domingo saldrán a votar (o no) los súbditos. Los profesionales de la política, los que se juegan el dinero, están ahora temblando, porque lo cierto es que los votantes ocupamos el lugar de los antiguos proletarios y servimos a unos amos cuyos intereses rara vez coinciden con los nuestros. ¿Nos han persuadido de lo bien que nos irá en esta vida si gana su partido? ¿Compramos el producto? No lo saben. Tienen un puño en la garganta.

Ahora ya es domingo. La campaña ha sido mediocre y futbolera. Enormes palabras para ideas minúsculas en dos formaciones de una incompetencia insondable. Pegados a ellos sus hijuelos, decenas de pequeños partidos que nacen como hongos. Es la metástasis identitaria. Alguien pedirá subir el porcentaje exigible para tener representación y que los enanos vuelvan al bosque, pero será una guerra perdida. Por las entrevistas se advierte que los votantes solo han aceptado los insultos porque nadie habla de programas. Saben a quién no deben votar, pero no para qué. A las ocho de la noche, las “encuestas a pie de urna” dan la victoria al PP, pero deberá gobernar con Vox. A las 10 de la noche se confirma el desastre: todos han perdido. Menudo éxito el del PP, cambiar a Ciudadanos por Vox. ¿Quién dirige ese carromato?

El lunes empezaron las verdaderas elecciones. Solo puede llegar al poder el PP, pero con medio Gobierno de Vox. La única salida es impensable: un pacto de Estado con el PSOE para evitar que Vox gobierne, a cambio de la ruptura con los separatistas vascos y catalanes. No lo verán mis ojos. Ni los suyos. Vienen meses ciegos.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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