Edmundo Paz Soldán
Conozco a Rodrigo Fuentes desde hace cinco años. Llegó a Cornell a hacer un doctorado de literatura latinoamericana; también quería ser escritor. Los primeros cuentos que leí de él me hicieron recuerdo a Paul Bowles, por la manera tersa con la que trabajaba el violento enfrentamiento entre dos culturas, dos formas opuestas de mirar el mundo. En la tensión y la calidad de su prosa encontré uno de los presentes más prometedores de la nueva literatura guatemalteca.
Rodrigo ha creado, junto a Stefan Benchoam (artista, también guatemalteco), uno de los sitios más interesantes para la literatura y las artes visuales contemporáneas de América Latina. El sitio se llama Suelta y publica cada dos semanas, "a partir de rigurosas corazonadas", dos textos en diálogo con dos obras de arte. Algunos de los escritores y artistas visuales son muy conocidos (Álvaro Enrigue, Rodrigo Rey Rosa, Regina José Galindo), otros son emergentes (Wingston González, Jeanette Chavez). Podría cansarme recomendando emparejamientos, pero solo a manera de muestra menciono el delirio de Álvaro Bisama acompañado por el paisaje fantástico de Alfredo Ceibal, el texto desolador de Denise Phe-Funchal junto a la enigmática instalación de Allora & Calzadilla, el cuento noir que-está-de-vuelta de Wilmer Urrelo al lado de la instalación Alejandro Almanza.
Suelta comenzó como una revista pero se ha ido abriendo sin cesar a otros proyectos. Ha publicado un audiolibro con textos leídos por los propios autores, y pronto publicará en formato fanzine una selección de textos de autores emergentes con sus respectivas parejas de arte. También ha iniciado un ambicioso proyecto de traducción de los cuentos de Suelta al inglés, y ha creado el concurso Remezclas Sueltas, en las que productores y DJs pueden, a la manera de Mexican Institute of Sound con los cuentos de Rulfo, crear remezclas con samples de los cuentos de Suelta (habrá cinco canciones ganadoras).
Suelta se inició con la intención de difundir lo mejor de la creación latinoamericana contemporánea; ahora también interviene en la producción de proyectos relacionados con el arte y la literatura. Rodrigo y Stefan muestran que están equivocados los apocalípticos que ven a Internet como el gran enemigo de la literatura; la red puede servir para descubrir a autores al gran público, conectar esos compartimientos estancos que son los países del continente las más de las veces, y también ayuda a crear.