Edmundo Paz Soldán
La narrativa norteamericana contemporánea está cada vez más dedicada a ahondar en paisajes urbanos y suburbanos, lo cual a ratos la torna aburrida, predecible. Hay notables excepciones a esta tendencia, entre los que se encuentran Daniel Woodrell y Donald Ray Pollock. Woodrell es un autor con una obra extensa -ocho novelas y un libro de cuento–, pero ha tenido que esperar a que el cine llame a su puerta (Winter’s Bone, película favorita de la crítica y ganadora en Sundance, está basada en una de sus novelas) para hacerse conocido; Pollock, en cambio, solo tiene un par de libros, pero estos muestran una voz tan madura, tan consolidada, que no da la impresión de haber publicado por primera vez hace apenas cuatro años.
Woodrell y Pollock coinciden en varios aspectos importantes, entre ellos una fuerte concepción del lugar: Woodrell es el narrador de la zona montañosa de los Ozarks, entre Missouri y Arkansas, mientras que Pollock se ocupa del mundo rural de Ohio. En los cuentos de Knockemstiff, Pollock se muestra determinista: el lugar es una maldición y no hay forma de escapar de él por más que uno lo intente. En los cuentos de The Outlaw Album, Woodrell también crea personajes firmemente atados al lugar, pero ellos viven esa atadura como una bendición: es lo único firme en sus vidas.
Otras coincidencias: sus personajes son de extracción popular, conocidos de manera derogatoria como white trash; gente pobre que no ha terminado el colegio, perdedores de escasa cultura y pocas oportunidades en la vida: (Woodrell: "El mal humor en sus vidas a veces marchitaba a Dalrymple, acortaba su visión, el mal humor se debía sobre todo a no haber tenido ambición terrenal, haber cortado los deseos de la vida, aceptando una suerte de decadencia, una podrida reducción de aquello que podían haber sido capaces de ser al principio). Debido a ello muchos están enganchados al meth, tanto en su producción ilegal (Winter’s Bone) como en su consumo (Knockemstiff). Pero no se trata solo de la droga; estos personajes tienen en general relaciones complicadas con la ley y con los tabúes culturales.
Las novelas de Woodrell y la de Pollock, The Devil All the Time, son también policiales, con asesinos seriales y fugitivos de la justicia comandando la acción (la policía solo aparece en los márgenes). En esta narrativa hay incesto ("Hair’s Fate", de Pollock) y abundan los personajes retardados ("Uncle", de Woodrell); una genealogía debería mencionar la narrativa sureña gótica como la influencia principal, sobre todo la obra de William Faulkner y Flannery O’Connor, aunque Woodrell le añade a Faulkner un toque noir y Pollock, tan fascinado por lo grotesco como O’Connor, radicaliza la mirada irónica a la religión de la escritora de Georgia (en la novela de Pollock la religión es un disfraz, una forma de vida oportunista, el mejor camino para los vividores).
Woodrell y Pollock escriben cuentos tan compactos como brillantes, en los que el desenlace suele ser violento. En sus mejores relatos (entre otros, "The Echo of Neighborly Bones", "Two Things" y "Night Stand" en el primero, "Pills", "Lard" y "Bactine" en el segundo) abundan las frases e imágenes originales, y el sentido del ritmo es impecable. Las novelas son desiguales, quizás porque en ellas esa violencia continua a ratos se vuelve truculenta y gratuita (sobre todo en Pollock). Si hay algo que diferencia a estos autores es el tono: aunque su especialidad es la narración en primera persona, Woodrell maneja más registros y su fraseo alcanza un lirismo conmovedor; Pollock tiene mucho más sentido del humor y se decanta por la sátira a veces gruesa. Entre el lirismo y el humor, un mundo desolado encuentra espacios para la redención, aunque los personajes no la tengan.
(La Tercera, 14 de enero 2012)