Skip to main content
Blogs de autor

Literatura brasileña: hay vida después de Clarice

Por 3 de diciembre de 2012 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Edmundo Paz Soldán

La literatura latinoamericana tiene varias asignaturas pendientes; sin duda, una de las más importantes es incorporar de una vez por todas a Brasil al diálogo fluido entre autores, críticos, editores y lectores del continente. Ya no basta decir que se conoce la obra de Clarice Lispector, João Guimaraes Rosa o Rubem Fonseca; hay otros autores con libros traducidos -pienso en João Gilberto Noll, Luiz Ruffato, Chico Buarque, Daniel Galera, João Paulo Cuenca–, pero estos son vistos más como raras excepciones en la traducción que como parte de un mapa visible y necesario.

Hay señales de que este desconocimiento de la literatura brasileña está cambiando. Las editoriales argentinas independientes, sobre todo Adriana Hidalgo -a la que hay que agradecerle que reeditara Gran Sertón: Veredas en una nueva traducción–, han marcado la pauta. El contingente brasileño en la feria de Guadalajara este año ha sido notable. El gobierno de Dilma Rouseloff ha decidido darle un apoyo fundamental a la internacionalización de su literatura, creando un programa de subvenciones para traducir a sus autores (ocho millones de dólares al año, hasta el 2020). Y la revista Granta, siempre muy atenta al zeitgeist, acaba de publicar un número dedicado a "los mejores novelistas brasileños jóvenes", que contribuirá a consolidar el creciente interés en una narrativa vital y diversa.

Como todas las antologías, la de Granta tiene sus limitaciones. Está animada por un espíritu muy tradicional de lo que se entiende por alta literatura, por lo que los géneros populares no tienen cabida (no hay nada de horror, de ciencia ficción o policial), y tiene una contradicción en la base de su propuesta: pide juzgar a novelistas a través de cuentos y fragmentos de novelas. Una vez aceptadas las reglas del juego, sin embargo, hay que admirar el ambicioso y panorámico esfuerzo de rastrear propuestas de todo el país y dar a conocer voces nuevas, sugerentes, que expanden las fronteras de lo que entendemos por literatura brasileña.

De los veinte autores de Granta, sobresalen en mi lectura, por su trabajo con la forma y el lenguaje: Michel Laub ("Animais" es un modelo de cómo no contar el detalle más importante del relato y extraer de esta decisión una energía contagiosa); Emilio Fraia ("Temporada": una inquietante maravilla de indirección); Antonio Xerxenesky ("Amanha, quando acordar": una parábola con un guiño a Marías y un barniz de Calvino y Las mil y una noches, sobre la lectura como una actividad capaz de aplazar el desastre que espera en el mundo real); Carol Bensimon ("Faiscas" juega con la idea de que es más fascinante toda la energía que uno le dedica a planear un viaje que el viaje en sí, "un fracaso irresistible"); Joao Paulo Cuenca ("Antes da queda" es una sátira despiadada al triunfalismo del nuevo Brasil, en el que los habitantes de Rio de Janeiro han sido corrompidos por las Olimpiadas, el mundial de fútbol, el deseo de "emular un cosmopolitismo a través de una cirugía plástica urbana que nunca llegó a ser pero fue muy representada en gráficos coloridos en los periódicos").

       Algunos textos, más que buenos o malos, son simplemente tibios. Están muy bien escritos pero se quedan en la evocación sensible de una situación o una época (Antonio Prata, Luisa Geisler). Hay otros que se acuerdan de la violencia de las dictaduras conosuristas en los setenta (Julián Fuks, Miguel Del Castillo) pero carecen de matices a la hora de registrar el impacto de esa violencia. Están los que intentan juegos con la forma (la farsa, en Lisias; el tono casi ensayístico, en Salem Levy) pero no terminan de convencer.

Algunos de los autores de Granta pertenecen a la diáspora producida en los setenta por las dictaduras: Fuks (padres argentinos), del Castillo (padre uruguayo), Arancibia Contreras (padres chilenos) y Carola Saavedra (nacida en Chile). En esos autores los vínculos entre la experiencia histórica brasileña y la del resto de Sud América son explícitos. Aunque eso de ser de un país-continente que muchas veces parece bastarse consigo mismo ha contribuido a aislarla, la literatura brasileña está hoy dispuesta a reclamar su lugar preponderante entre las literaturas del continente. Por suerte, el diálogo parece ser de ida y vuelta.

 

(La Tercera, 2 de diciembre 2012)

 

[ADELANTO EN PDF]

profile avatar

Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

Obras asociadas
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.